sábado, 2 de agosto de 2014

Odisea 2001 Stanley Kubrick



La adaptación fílmica que Stanley Kubrick hace del relato de Arthur C. Clarke, El Centinela, es probablemente de las obras audiovisuales más enigmáticas y excéntricas de la historia del cine. Como declararía el mismísimo director, “Son libres de especular acerca del significado filosófico y alegórico de 2001”; siendo así que la película se convirtió en motivo de inconmensurables debates e interminables discusiones que intentan reflexionar el contenido del regalo más grande que hasta ahora ha recibido el mundo del cine. Con el afán y la osadía de aportar una interpretación más sobre el film, se comparará con la obra filosófica “Así Habló Zarathustra”, escrita entre 1883 y 1885 por Friedrich Nietzsche.


El legendario Zarathustra es un profeta ermitaño que decide descender de las montañas para comunicarle el fruto de su conocimiento al mundo. Odisea del Espacio, tanto como Zarathustra, llevan al hombre la noticia de su salvación; proclama el advenimiento del Superhombre. No en vano, la película comienza con la composición musical “Así Habló Zarathustra” de Richard Strauss, y a su vez, se observa la aparición del Sol, símbolo de verdad, que se posa sobre el Planeta Tierra. Zarathustra y el film, como símbolos de un mensaje similar: La Luz del sol desciende a la tierra para comunicarle el fruto de su verdad.
En el prologo de la cinta, “El Amanecer del Hombre”, Stanley Kubrick se sitúa en un pasado milenario para presentar un grupo de homínidos que son desplazados de su territorio por otro conjunto de primates. En el amanecer siguiente, se produce la aparición de un inerte y misterioso monolito negro, el cuál es hurgado por aquella especie de hombre primitivo. En escenas posteriores, se comienza a percibir cambios en la conducta del pre-eslabón, cierto grado de conciencia sobre los recursos disponibles para sobrevivir, sobre el uso de sus manos y de otras herramientas (como los huesos de un animal muerto). A partir de ello, tras otro enfrentamiento de homínidos, se produce la superioridad de supervivencia del más apto; la utilización de un instrumento que realza el dominio de un nuevo grupo. Según las imágenes de Kubrick, el hombre evoluciona como tal, cuando este incorpora a su condición física, la inteligencia de darle significado a los elementos de la naturaleza, y a su vez, la manipulación de aquellos para la creación de artilugios que prevalezcan la supervivencia, control y dominio del territorio ocupado.

El Monolito Negro, desde la perspectiva nietzscheana, tal vez funcione como una abstracción que alega a un Dios Muerto; representado en la película como un símbolo nihilista que marca la pauta del paso evolutivo en el hombre. La noticia de la Muerte de Dios es la primera enseñanza de Zarathustra, considerándolo un requisito previo a la concepción del Superhombre.
Ya en el desarrollo de la película, se produce la famosa elipsis de millones de años entre el hueso arrojado al aire y la nave lanzada al espacio; extremos de la evolución humana, desde la manipulación de un instrumento natural hasta la creación de una herramienta de alta complejidad. Es justamente que el Zarathustra de Nietzsche considera al hombre como un paso intermedio entre la bestia y el Superhombre. La película muestra aquella transformación de la bestia en ese paso medio, el hombre, y se transporta a un futuro lejano en donde el ocaso del hombre abrirá camino al Superhombre. Es así que aparece nuevamente el monolito negro, como figura del salto evolutivo.
Para Nietzsche, la Muerte de Dios supone el momento en que el hombre ha alcanzado la madurez necesaria para prescindir de un dios que establezca las pautas y los límites a la naturaleza humana, o sea, la moral. Está vez, el monolito, es descubierto en la Luna, un lugar que se encuentra resguardado de la cotidianidad humana. Recibiendo el primer rayo de sol hace emisión de una potente señal acústica que deja completamente aturdidos a los astronautas: La verdad que se presenta ante el hombre. Para el Filosofo Alemán, la moral ha de ser sustituida por la verdad, es decir, el hombre al servicio de sí mismo, su naturaleza: entregado a la consumación de su propia existencia.
La misión a Júpiter , se presenta como el viaje que traspasa los limites de lo finito, el descubrimiento de una inagotable contemplación de sabiduría a merced de la nueva evolución. Es por aquella razón que el personaje de David Bowman necesita luchar contra ese paso previo que es el hombre, que se encuentra bajo subordinación de una conciencia artificial creada por la misma humanidad; HAL , el computador con inteligencia artificial que funciona como equivalente dela moral de esclavo, aquella que sustituye la superación del hombre, y por lo tanto, lo despoja de las verdades y responsabilidades mas esenciales como la fé y el orgullo del hombre mismo. Es entonces que HAL intenta impedir esa evolución al superhombre: un nuevo ser que ya no dependerá más que de sí mismo, y en consecuencia, la conciencia artificial perderá la transcendencia obtenida y acontecerá en su funcionamiento obsoleto.
Según Nietzsche la voluntad de poder es la voluntad de más vida, que ama los hechos tal como son y busca la superación. David Bowman, abandonado en el espacio, lleva a cabo su voluntad de poder cuando deja apartado sus miedos y ataduras al decidir cruzar por el abismo del vacío; para finalmente devenir en la destrucción de la moral. La desconexión de HAL permite la preparación para iniciar el paso evolutivo al Superhombre. Viaja más allá del infinito como metáfora de esa nueva evolución, que expone el deterioro y muerte del hombre para dar paso al Superhombre. El Dios Inerte observa al nuevo embrión, un ser que acepta la voluntad de poder; crea sus propias normas y somete las cosas a su voluntad, es un hombre vital: ama la vida y este mundo.
El embrión del Suprahombre, como Zarathustra, vuelve al mundo para comunicarle el fruto de su conocimiento. Así la película de Stanley Kubrick y Zarathustra de Friedrich Nietzsche, desarrollan y enlazan sus cuatro elementos principales: La Muerte de Dios, el Superhombre, La Voluntad de Poder y el Eterno Retorno.
Bibliografía
Nietzsche, Friedrich – Así Habló Zarathustra (1891)
Nietzsche, Friedrich – Ecce Homo, Como se llega a ser lo que se es(1889)
Nietzsche, Friedrich – El Anticristo (1888)
Clarke, Arthur C. – 2001, Odisea del Espacio (1968)

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