sábado, 2 de agosto de 2014

A un pobre Venerable Maestro que conocí algún dia




Día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños. Los hechos que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños.

Eduardo Galeano.

En el afán otorgado por nuestras inasistencias a Logia, dejamos a los demás que asisten a sus trabajos con regularidad, escoger en balotajes pobres, a un decadente rector anual. Existe un Venerable maestro de una Logia, quien más allá de transmitir conocimientos y fomentar el desarrollo de competencias, se esmera en dañar al alumno, acabar con su creatividad y lograr inmejorables robots sociales, este maestro se apega con esmero y cuasi dogmáticamente al siguiente decálogo:


1. Improvisa sus sesiones a falta de planeación
2. Los trabajos son carentes de estructuras: apertura, desarrollo, cierre
3. No da continuidad a los temas y sesiones, además no establece entre ellos una secuencia lógica
4. Llega tarde continuamente
5. Falta con regularidad
6. Su aspecto físico es desagradable y descuidado
7. Solicita trabajos y tareas que no evalúa
8. Utiliza motes o sobrenombres para sus hermanos
9. Carece de un registro continuo de los rasgos a evaluar
10. No disipa las dudas de los hermanos y en cualquier profano ve un peligro según la teoría del conductismo 


Por John Broadus Watson psicologo estadounidense



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