viernes, 1 de agosto de 2014

HISTORIA DE LA MASONERÍA EN VENEZUELA

HISTORIA DE LA MASONERÍA EN VENEZUELA
Publicado por PROF. MIGUEL ANTONIO HERNANDEZ ZAMBRANO el 9/9/2012
Historia de la Masóneria en Venezuela
Historia
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Realmente son muchos los autores tanto profanos como masones que se han tomado su tiempo para ilustrarnos sobre este apasionante tema como lo es la Historia de la Masonería en Venezuela. De hecho, el presente trabajo es una recopilación de algunos de estos escritos, y de cierta bibliografía, con la esperanza de poder cumplir con los anhelos del lector sobre el desarrollo y contenido de este tema.
Debemos sin lugar a dudas darle crédito a ciertos acontecimientos que se sucedieron fuera de nuestras fronteras, que de una u otra manera marcaron un hito en el desarrollo de nuestra propia historia y de cómo llegó la masonería a nuestro país. ANTECEDENTES No voy a nombrar o remontarme a los albores de la masonería en el mundo como tal pero solo un ligero bosquejo nos podría ayudar a interpretar los hechos acaecidos en los Siglos XVII y XVIII. El autor uruguayo Alfonso Fernández Cabrelli compara algunas de las correspondencias existentes entre las escalas de valores de aquellas Logias europeas del siglo XVIII y las que hoy tenemos en Latinoamérica, de índole liberal, y se centra en la intervención de la Masonería en la Revolución Francesa, realizada de hecho y por la vía de las ideas. Lo anteriormente expuesto, explica la imagen creada de la Masonería por quienes la combatieron, como los gobiernos absolutistas de Europa y la Iglesia, en pro de la defensa de los valores de la libertad, la tolerancia y la apertura en la recepción de los diferentes estratos sociales, las religiones y las procedencias étnicas.
Esto una gran prueba de la participación decisiva de las Logias Masónicas o de la de muchos de sus integrantes, en la gestación intelectual de estos dos pasos fundamentales para la libertad del hombre, y nos referimos a: La Declaración de los Derechos del Hombre y a la Revolución Francesa. Asimismo, la toma de la terrible prisión de La Bastilla fue un acto forjado por masones. Cabe destacar que Montesquieu, y Rousseau entre otros destacados franceses de esos tiempos, fueron masones.
La consigna "Libertad, Igualdad, Fraternidad" es eternamente masónica. La letra del himno nacional de Francia, conocido como “La Marsellesa” fue compuesta por un hermano masón, de nombre Claude Rouget De Lisle. Hija también de la Masonería Americana es la voluntad de independencia de España que, como fruto de la perfidia personal y la impericia política del rey hispano Fernando VII, se extiende por los virreinatos, capitanías generales, gobernaciones y audiencias, tras la reimplantación en España del totalitarismo borbónico. Masones Ibéricos y Americanos serían los inspiradores y líderes del proceso de independencia de la América Hispana, figurando sus nombres en un puesto de honor entre los padres de los nuevos países que irían surgiendo.
En el siglo XVIII, en Londres, Gran Bretaña, se crea la primera asociación político-secreta bajo el nombre de “Gran Reunión Americana” donde se iniciaron o afiliaron un buen número de futuros próceres sudamericanos siendo sus patrocinadores Francisco de Miranda (venezolano), Bernardo O’Higgins (chileno), Andrés Bello (venezolano), Antonio Mariño (venezolano), Vicente Rocafuerte (ecuatoriano), José Joaquín de Olmedo (ecuatoriano), Caro (cubano) y otros más. Se indica a través de la historia que los dos más grandes libertadores sudamericanos, nos referimos, al Q:. H:. Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios, y el R:. H:. José Francisco de San Martín y Matorras, prestaron un juramento ante esta “asociación”, que era hacer realidad la causa de la emancipación de Sudamérica, a pesar de que ambos paladines, tenían distintas personalidades, pero en ellos obraba la misma sagrada misión.
Prosiguiendo con nuestro trazado, en Madrid, España, se funda la filial de la “Gran Reunión Americana”, pero con la salvedad de llevar como nombre el de “Junta de las Ciudades y Provincias de la América Meridional”, y en Cádiz, España, a iniciativa del Q:. H:. Bernardo O’Higgins Riquelme, se crea otra, la que lleva el nombre de “Sociedad de Lautaro”. O’Higgins escogió Cádiz, para sus propósitos, por ser el puerto marítimo más frecuentado en aquella época, por los criollos americanos, logrando consolidar rápidamente su agrupación.
Sobre la Logia Lautaro, y otros eventos, el escritor colombiano Ismael López quién escribía con el pseudónimo de Cornelio Hispano en su obra “La Vida Secreta de Bolívar” (Editorial Bedout, Santa Fé de Bogotá, Colombia, 1944), menciona:“Si el precursor Francisco de Miranda (hermano masón), hubiese iniciado solamente a Bolívar, San Martín y O’Higgins, ello bastaría para justificar el titulo de Padre de la Independencia, que con gratitud le prodigan hoy, los sudamericanos...”El comentario expresado líneas arriba, es realizado en forma adrede, debido a que muchos francmasones actualmente creen que se le otorgaba este título a Sebastián Francisco Antonio Gabriel de Miranda y Rodríguez, por ser el creador de las primeras Logias Masónicas en territorio hispanoamericano, cosa nada cierta....
Si verificamos bien la historia de América en general, y repasamos los pocos y antiguos documentos existentes, entre ellos los de Cuadros Logiales, con júbilo notaremos que en todas las naciones, ubicadas al Norte, Centro y Sur, los principales precursores, próceres y héroes de las mil batallas o combates, llevaban junto a la espada, lanza o fusil, el Mandil, la Escuadra y el Compás.
Según fuentes masónicas y de historiadores españoles, San Martín fue condecorado en Bélgica en 1825 por los masones de las Logias “La Parfaite Amitié” y “Les Amis Philanthropos” con una medalla que lleva su perfil, el único auténtico que se conserva con su verdadera fisonomía, debido a la dedicación del grabador oficial del reino belga, que también era masón, su nombre Henry Simón.
Merece asimismo la atención resaltar la revolución o el levantamiento del masón Rafael del Riego y Nuñez, en España el 1 de enero de 1820, hecho que evitó fortuitamente que un fuerte contingente de soldados españoles fuera embarcado con destino a Sudamérica, en los albores de la independencia. Tanto masón era Bolívar como Riego, y todos ellos y sus seguidores obedecían a una autoridad omnipotente, al supremo y oculto poder masónico, aliado a los enemigos seculares de España: A los pueblos anglosajones.!
Ya en el altiplano del Perú, y paralelamente a otras insurrecciones, se gestaron otros movimientos infructuosos como el de los hermanos Catari y el de Julián Apaza, éste último en honor de Túpac Amaru y de los hermanos Catari, utilizó un seudónimo, llamándose luego en el fragor de las luchas como “Túpac Catari”. Es verdaderamente importante conocer los comentarios del fallecido escritor masónico peruano Eduardo Mendoza Silva, los cuales burila en su libro titulado “Masonería Pre Republicana”, en su página número 72, dice:“Mucho se ha escrito y hablado de la filiación masónica de Tomás Catari y de Túpac Catari, de los que lamentablemente no quedan constancias. Sin embargo se debe apreciar el hecho de la presencia de masones ingleses en las filas de ambos insurrectos, mencionado por varios escritores, los que llegan hasta describir una ceremonia masónica celebrada en Tiquiña por Túpac Catari, tal como lo realiza el autor Martín V. Lazcano en su obra Sociedades Secretas, Políticas y Masónicas”(Buenos Aires, Argentina. Editorial El Ateneo, 1927).
Merece asimismo destacarse el siguiente testimonio coincidente con el autor antes citado, que figura textualmente en la obra “Ampliaciones y Refutaciones” (Editorial NOS. Madrid, España, 1956 pág. 108) del autor español Mauricio Carlavilla:“ Las sublevaciones acaecidas en el Perú y Venezuela las organiza el francés Piconert, apoyado por sus hermanos de Francia, según dijo Alexander Von Humboldt, en sus memorias”.
Si a esto agregamos que fue precisamente el Gran Oriente de Francia, el que dio por aquellas épocas, las Cartas Patentes a logias y Grandes Logias de Venezuela, Perú y Chile, y que en todos los barcos donde viajaban ciudadanos franceses eran estos propagandistas entusiastas de logias y de la difusión de sus ideas políticas y filosóficas. vemos entonces la gran influencia de Francia como país madre de los movimientos emancipadores de la entonces América Latina, sin dejar de lado lo que acontecía al norte, en los Estados Unidos de América, donde grandes hombres, verdaderos masones, daban paso a una historia independentista sin precedentes.
Entre ellos figuran George Washington, Benjamín Franklin en Estados Unidos de América, y al sur, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, Pablo de Olavide, Francisco de Miranda, Andrés Bello López, José de San Martín, Servando Teresa de Mier (mejicano), Joaquín Olmedo, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Hipólito Unanue, Faustino Sánchez Carrión, Juan Manuel Iturregui, y otros más, considerados luego “padres de las futuras nuevas naciones”, siendo todos ellos masones, y también fueron las mentes que planearon e iniciaron las revoluciones e independencia de las colonias más importantes de toda América.
El primer chispazo de revolución en Norte América se planificó, en 1773, en una placentera taberna de Boston llamada "El Dragón Verde" (Green Dragon).
Allí se reunía la Logia Masónica de San Andrés, o en ingles Saint Andrew.La dureza de la corona inglesa a sus colonias había alienado a los pobladores, y la sumisión de ellos, estaba llegando a su clímax; pero no había un liderazgo que emprendiera una organizada revolución. La decisión de los ingleses de excluir las colonias del negocio del té, rebasó la cólera y la indecisión de muchos. En la taberna del Dragón Verde, no todos los miembros de la Logia apoyaban el movimiento patriótico; pero los líderes masones como Paul Revere, John Hancock, Samuel Adamsy Joseph Warren trazaron el plan que inició las gestas revolucionarias independentistas. Los líderes y miembros de la Logia del Dragón Verde se disfrazaron de indios Mohawk y dirigieron el ataque a los barcos llenos de té en el puerto de Boston, arrojando las cajas al mar. Con este golpe planeado y subrepticio se inició la gesta revolucionaria en las colonias inglesas, que rápidamente se expandió al resto de América en los siguientes 50 años. Actualmente existe en los Estados Unidos de Norteamérica una fiesta patriótica llamada “Boston Tea Party” en conmemoración a dicho acto heroico.
Pero esta primera guerra fue virtualmente una primera guerra civil. Todos los colonos eran de raza blanca o "caucasiana". No hubo mestizos, ni indios, ni negros que participaran significantemente en esa guerra de "independencia". La mayoría eran criollos ingleses, pero también existían holandeses, alemanes, escandinavos, escoceses, franceses, irlandeses... todos europeos.
Así de esta forma las raíces emanadas de los ideales masónicos de todos aquellos próceres y sus posteriores acciones hacia la independencia de los pueblos, marcan nuestra historia.

LA MASONERIA VENEZOLANA
Vemos que los orígenes de la Masonería Venezolana coinciden de manera casi simultánea tanto en La Guaira, en Abril de 1797, con la llegada de cuatro masones españoles, de tendencia liberal y prisioneros políticos, autores de la célebre conspiración de "Los Cerrillos de San Blas", dirigida por Juan Bautista Mariano Picornell y Gomila, ilustre pedagogo reformista, nacido en Palma de Mallorca en 1759.
Junto con el sabio Picornell y Gomila, llegaron, José Lax, Manuel Cortés Campomanes, Bernardo Garaza, luego Juan Manzanares, Juan Pons Izquierdo, Joaquín Villalba y Sebastián Andrés, todos ellos masones y enemigos declarados de la monarquía española. Estos prisioneros políticos españoles, eran miembros activos de las logias regulares "Libertad" y "España", que trabajaban en el templo masónico de la calle de Basteros, en Madrid, y que posteriormente incorporan a varios venezolanos a la actividad masónica, como en Londres, en 1798, con el establecimiento de la Gran Reunión Americana, fundada por el Precursor Francisco de Miranda, ya descrita anteriormente, a través de la cual –y de las Logias Lautarinas que fueron sus sucursales–, muchos venezolanos se incorporaron a la actividad masónica. Influidos por las ideas de la Revolución Francesa, secretamente organizaron en Madrid una vasta conspiración para establecer la República. Estaban cansados de la corrupción y de los abusos de la monarquía. Cuando culminaban los preparativos de la revolución fueron descubiertos por la policía. Por orden del Rey fueron encarcelados y embarcados rumbo a la prisión de Cartagena de Indias. Desembarcaron en La Guaira y temporalmente quedaron encerrados en el Castillo de San Carlos.
Desde la lóbrega mazmorra de La Guaira, estos masones españoles hicieron contacto con José María España, Manuel Gual, Simón Rodríguez, Ponce y otros. Se sabe que José María España por las excelentes relaciones que tenía en La Guaira, estaba al tanto de la personalidad de los prisioneros españoles que fueron desembarcados secretamente.
Valiéndose de sus amigos y hasta del soborno, José María España logró hablar con ellos varias veces. En algunas ocasiones iba al Castillo de San Carlos acompañado de Manuel Gual. Su amistad con el Jefe de la Guardia y algunas monedas de oro, le permitieron permanecer en la cárcel largas horas conversando con los masones españoles. Al parecer en una de esas entrevistas, José María España y Manuel Gual, fueron iniciados formalmente en la masonería, por los ocho Maestros Masones encarcelados.
Lo cierto es que José María España y Manuel Gual, después de esas entrevistas secretas, reorganizaron la Logia irregular que presidían en La Guaira, otorgando mayor importancia a los rituales. Las célebres "Ordenanzas Constitucionales", redactadas en la cárcel por Picornell y Gomila, fueron calificadas por todos los historiadores, como la declaración expresa de una independencia absoluta, mediante la aplicación del sistema republicano para Venezuela, y eran leídas en la Logia de José María España y después fueron sacadas al exterior para su publicación.
Con la ayuda de José María España, Manuel Gual, Simón Rodríguez y otros masones venezolanos, los masones españoles que estaban en el Castillo de San Carlos, lograron fugarse a la isla francesa de Guadalupe. Al ir imprimieron una traducción al castellano de los "Derechos del Hombre y del Ciudadano". Editaron asimismo, la "Canción Americana" y "Carmañola Americana", de gran difusión en el Continente.
Más tarde, entre 1811 y 1818, nacen las primeras Logias en Cumaná, Carúpano y Angostura — que más tarde, en 1846, se llamó Ciudad Bolívar– y donde se encuentran las primeras actividades concertadas en torno a los principios libertarios y humanistas de la Masonería. Sin embargo, avanzan los estudios respecto de que las primeras Logias habrían funcionado en la Isla Margarita desde 1807, sin que hasta la fecha se haya podido confirmar la valiosa documentación disponible. Desde entonces, la Masonería Venezolana juega un papel de primera importancia en la vida nacional, marcada por una lucha continua por las ideas emancipadoras, por un esfuerzo sostenido en pro de la independencia y por sostener el régimen republicano, permanentemente amenazado.
Los grandes inspiradores y actores de la emancipación venezolana fueron masones: Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Andrés Bello, Simón Rodríguez y Antonio José de Sucre y todos los que, luego, participan en la dirección de la Venezuela republicana son, también, miembros de la Masonería: José Antonio Páez, José María Vargas, Carlos Valentín Soublette, José Tadeo Monagas y José Gregorio Monagas, Julián Castro, Manuel Felipe Tovar y Tovar, Juan Crisóstomo Falcón, Antonio Guzmán Blanco, Francisco Linares Alcántara, Joaquín Crespo, Raimundo Andueza Palacio e Ignacio Andrade. De 15 Presidentes que tuvo Venezuela en un solo siglo, 13 pertenecieron a la Masonería. Las dictaduras que se dieron en la época afectaron gravemente a Venezuela, y ejercieron una constante perturbación en la Masonería, lo que explica que en el siglo XX solo figura un Presidente de la República como miembro de la Institución, el ilustre y notable venezolano, Raúl Leoni Otero.
El autoritarismo político, las cúpulas políticas acomodaticias y el personalismo exacerbado habían encontrado un severo escollo en la Masonería. Sus principios, eminentemente éticos y solidarios, resultaban incómodos a quienes manejaban sin pulcritud la cosa pública y a quienes, en un clima de escaso rigor moral, dañaban gravemente los principios democráticos. La presión y la indebida penetración ejercida, a comienzos del siglo XIX y durante muchas décadas, en contra de la Masonería y, desde luego, en contra de sus hombres más distinguidos, terminaron por replegar la actividad masónica.
Como testimonio de la entrega masónica a la vida nacional, los restos de 37 masones se encuentran hoy en el Panteón Nacional, el templo en el cual el país ha querido inmortalizar a sus más importantes servidores: Lisandro Alvarado, Raimundo Andueza Palacio, Francisco Aranda, Juan Bautista Arismendi, Francisco de Paula Avendaño, Andrés Bello (cenotafio), José Francisco Bermúdez, Andrés Eloy Blanco, Rufino Blanco Fombona, José Félix Blanco, Simón Bolívar, Luis Brión, Manuel Ezequiel Bruzual, Juan José Conde, Lino de Clemente, Manuel María Echeandía, Juan Crisóstomo Falcón, Antonio Leocadio Guzmán, Tomás Lander, Francisco Linares Alcántara, Antonio Mariño, Francisco de Miranda (cenotafio), José Gregorio Monagas y José Tadeo Monagas, Juan de Dios Monzón, Daniel Florencio O’Leary, José Antonio Páez, Juan Antonio Pérez Bonalde, Judas Tadeo Piñango, Luis Razetti, Simón Rodríguez, José Tomás Sanabria, José Laurencio Silva, Carlos Valentín Soublette, Antonio José de Sucre (cenotafio), Diego Bautista Urbaneja y José María Vargas. Faltan que se cumplan los decretos Presidenciales de 1875 y 1899 de repatriar y trasladar al Panteón Nacional a los Presidentes de Venezuela Manuel Felipe Tovar y Tovar y Antonio Guzmán Blanco, cuyos restos se encuentran en los cementerios de Epinay y Passy de París, respectivamente, y quienes fueron grandes servidores de Venezuela y distinguidos miembros de la Masonería. LA GRAN LOGIA DE VENEZUELA. Todos los autores que hablan sobre la historia de la masonería en Venezuela se refieren a la fundación de un Supremo Consejo del Grado 33° y la Gran Logia ambos de la República de Colombia, el mismo día de la Batalla de Carabobo, 24 de Junio de 1824, pero recordemos que es el día de San Juan, patrono de las cofradías de constructores medievales y día del calendario coincidente con el Solsticio de Verano, festividad que es celebrada por los masones. Sin embargo, no hay documentación que permita establecer la veracidad de ese hecho, pudo haberse fundado en cualquier momento entre 1823 y 1828, porque en el documento de la fundación de la Gran Logia de la República de Venezuela en 1848, se refiere a una antigua Logia de la República de Colombia, a la cual suple esta en el territorio de Venezuela. En su nómina se encuentran: José Antonio Páez, José María Pelgrón, Manuel López de Umerez, Diego Bautista Urbaneja, Carlos Valentín Sublette, Carlos Cornejo, José María Lovera, Francisco Conde, Juan José Conde, José Gabriel Lugo, José Austria, Judas Tadeo Piñango, Felipe Esteves, Vicente Carrillo, Gerónimo Pompa, José María Ponce y José Manuel Morales. Buena parte de ellos fundadores también, de la “Sociedad de Amigos del País”. Lo interesante es que en la nómina hay más civiles, que militares y los militares aparecen sin rango, solo con su nombre y apellido. Sin embargo, dos meses antes, el 21 de abril de 1.824, el Comisionado Especial del Supremo Consejo Unido del Hemisferio Occidental, con sede en Nueva York, el joyero e intelectual francés, de 61 años, Joseph Cerneau, confirió en Caracas el Grado 33 a diversas personalidades, en su mayoría, como dice Briceño Perozo, adalides de la Independencia y quienes, pocos meses después, van a fundar la Masonería Venezolana, el 24 de junio de 1824, bajo la dirección del abogado barcelonés, de 42 años, Diego Bautista Urbaneja Sturdy, miembro de la Corte Suprema de Justicia, más tarde, Ministro de Hacienda (1830) y tres veces Vicepresidente de la República (1831, 1832 y 1847).
En la nómina de las personalidades que figuran en el documento original del Archivo Blanco-Aspúrua, Tomo I, que se conserva en el Archivo General de la Nación, se encontraba Simón Bolívar, quien, en esa fecha, de 41 años, estaba en Trujillo, Perú, a unos 500 Km. al norte de Lima, recuperándose todavía de una grave enfermedad sufrida en Pativilca, razón por la cual no estuvo presente en la ceremonia. No se sabe si más tarde recibió tal distinción.
Ese Supremo Consejo, cuya representación trajo Cerneau, existió, con sede en Nueva York, hasta 1867 cuando se fusionó con el Supremo Consejo del Grado 33 de la Jurisdicción Norte de los Estados Unidos, fundado en 1813, con sede en Boston y que, desde 1968, tiene su sede en Lexington, Massachusetts. Como Grandes Dignatarios de la Gran Logia figura, junto al Gran Maestro Diego Bautista Urbaneja, un grupo esclarecido de la legión civil del ciclo libertario de Venezuela: José Cordero, Manuel López de Umérez, José R. Martín, Andrés Narvarte, José María Pelgrón, Fernando Peñaver y José María Lovera. Desde entonces, a la Gran Logia le correspondió coordinar, en 1.824, a las 18 Logias bajo su dependencia, no sólo como organizaciones valerosas, sino de reflexión y fomento de los ideales humanitarios que estimulaban el pensamiento de avanzada. No hay que olvidar que en los trece años de sacrificios que costó la independencia venezolana hasta 1.823, se había perdido el 30% de su población, y todavía en 1.829 había brotes realistas.
Existen ciertas connotaciones históricas sobre Simón Bolívar y la Masonería y alguna discrepancia entre algunos autores ya que unos afirman que Bolívar se inició en la logia de los Caballeros Racionales en Cádiz de la mano del Generalísimo Francisco de Miranda, y otros aseguran que fue en Francia donde conoció de los augustos misterios de nuestra orden específicamente en la logia San Alejandro de Escocia en Paris. De esto último, no hay duda de que El Libertador perteneciera a nuestra augusta orden ya que aparte de la gran cantidad de documentos que así lo acreditan, él escritor Ramón Díaz Sánchez, descubrió en Paris el documento original que prueba su ingreso a la Masonería, y ese documento tiene la firma autógrafa del Libertador fechado el “11 del undécimo mes del año masónico 5.805”, y fue iniciado con el grado de Compañero. Pero también es cierto que sale a relucir una conversación entre el General Simón Bolívar y Luis Perú de Lacroix mientras esperan los resultados de la Convención de Ocaña, donde se referirá a la masonería de la siguiente manera:[…]Habló de la masonería, diciendo que también él había tenido la curiosidad de hacerse iniciar para ver de cerca lo que eran aquellos misterios, y que en París se había recibido de Maestro, pero que aquel grado le había bastado para juzgar lo ridículo de aquella antigua asociación; que en las Logias había encontrado algunos hombres de mérito, bastantes fanáticos, muchos embusteros y muchos más tontos burlados; que todos los masones se asemejan a los niños grandes jugando con señas, morisquetas, palabras hebraicas, cintas y cordones; que, sin embargo, la política y los intrigantes pueden sacar partido de aquella sociedad secreta[…]Él también juzgaba la sociedad como influyente en materia política, y esta creencia privará después del atentado septembrino, con el famoso Decreto del 8 de Noviembre de 1.828 donde “proscribirá las sociedades secretas, cualquiera sea su denominación”. Lo cierto es que la masonería había abandonado el mundo del absolutismo ilustrado, del siglo XVIII, cuando era una sociedad esotérica, preocupada por la filosofía y la práctica de la ciencia, para ser suplida, en el siglo XIX, por un club político y civil que involucraba al mundo de los negocios y de la toma del poder, quedando clausuradas también las logias masónicas existentes en algunas ciudades de la república.
Sobre este tema hay ciertas contradicciones y versiones entre algunos historiadores ya que unos piensan que de hecho el decreto de Bolívar era dirigido especialmente a la masonería , por la acumulación de poder que ella ostentaba, cuestión que es de dudar ya que siendo Bolívar masón es poco probable que él hubiese hecho ese decreto con esa finalidad, la otra versión, es que el Libertador cuando redactó ese decreto era dirigido a los círculos conspiradores que encabezaba entre otros, el General Francisco de Paula Santander, que buscaban eliminar a como diera lugar al Padre de la Patria, por sus aspiraciones personales y su sed de poder, por cierto, aunque parezca mentira el General Santander también era masón.
La masonería se asentará en la sociedad latinoamericana, después del proceso independentista y de hecho en 1823 el General José Antonio Páez, estaría solicitando la regularización de una Logia que él dirige en Valencia y nos da noticias del establecimiento de otras Logias en Cumaná y Barcelona (en el Oriente venezolano). El documento es suscrito entre otros, por Juan Uslar, José Abreu de Lima y comparten con ellos otros militares venezolanos e ingleses.
Cuando en 1830 Venezuela se separa de la Gran Colombia, la Gran Logia cayó en sueño a consecuencia de los compromisos contraídos por sus miembros con la estructuración de la naciente vida republicana hasta que el 9 de septiembre de 1838, bajo el mismo Gran Maestro Diego Bautista Urbaneja, la Gran Logia acuerda reactivarse y proseguir su obra bienhechora, la que cumple, sin otra interrupción, hasta la fecha.
Por otro lado se sabe que entre 1817 y 1818 existían dos logias, una de las cuales funcionaba en la casa del comerciante Francisco González de Linares, cuyo hermano Manuel González de Linares era también un prominente masón. Al mismo tiempo en el territorio Guayanés dominado por los republicanos, un comerciante de origen Británico de nombre James Hamilton, forma en 1818 en Angostura la logia llamada Concordia Venezolana, bajo autoridad de la Gran Logia Provincial de Kingston (Jamaica). Entre los militares británicos que se unieron al ejercito de la república había varios masones, que fundaron la logia Colombiana, ya en funcionamiento en Diciembre de 1820, que en Febrero de 1821 celebró una sesión en Achaguas, donde estaba acantonada la unidad Británica.
En 1821, en Caracas se forma el taller La Unión, y en Valencia la Logia La Concordia, ambas dependientes de la Gran Logia de Pensilvania. A partir de 1821, tras la batalla de Carabobo, se empieza a organizar la masonería Venezolana instalándose en 1822 las logias Protectoras de Virtudes en Barcelona, Perfecta Armonía en Cumana, fraternidad Colombiana en Caracas, Valor y Constancia en Valencia, Unanimidad de Cartago y Bolívar en la Guaira, todas ellas con cartas patentes de la Gran Logia de Maryland (Baltimore); en 1823 se instalan las logias Regeneradores de Maracaibo y Aurora en la Guaira, estas con patente de la Gran Logia de Nueva York. Uno de los más antiguos libros masónicos publicados en Venezuela, fue el titulado “Espíritu de los Estatutos y Reglamentos del Orden Franc-Masónico” (sic) y el “Diccionario de todos los términos y expresiones que están en uso para las logias”, impreso en Cumana en 1823 y redactado por Manuel José Ribas, de la logia Perfecta Armonía.
El 16 de mayo de 1824 se funda en Caracas la Gran Logia de Colombia y se instala solemnemente el 24 de junio de ese mismo año, siendo Diego Bautista Urbaneja su primer Gran Maestre, en ese entonces la República de Colombia abarcaba los departamentos de Venezuela, Nueva Granada y Quito, tal como se ha explicado anteriormente.
Poco después de separarse Venezuela de la Gran Colombia, el 22 de septiembre de 1830, la masonería Venezolana comienzan su reorganización en Caracas de forma independiente fundando la Gran Logia de Venezuela, siendo su Gran Maestro Diego Bautista Urbaneja; año y medio más tarde, los masones Venezolanos que se encontraban investidos del grado 33 de la Masonería Escocesa, resolvieron instalar el Supremo Consejo del Gado 33 para la República de Venezuela y a tal efecto se reunieron en Caracas el 4 de mayo de 1840, siendo proclamado Gran Comendador el General José Antonio Páez para ese entonces Presidente de la República. El Supremo Consejo unido a la Gran Logia de Venezuela, constituyeron en Caracas el 31 de enero de 1841 el Gran Oriente Nacional de Venezuela siendo el General Carlos Valentín Soublette su primer Gran Maestre. En 1843 la Gran Logia de Venezuela reagrupaba los talleres Perfecta Armonía Nº 2 (Cumana), Unanimidad Nº 3 (la Guaira), La Unión Nº 5 (Caracas), Concordia Nº 6 (Caracas), Libertad Nº 11 (Puerto Cabello), Unión Filantrópica Nº 12 (Coro), Concordia Nº 13 (Valencia), Regeneración Nº 15 (Maracaibo), América Nº 17 (Caracas), Restauración Nº 23 (Río Chico), Caracas Madre Nº 24 (San Fernando de Apure), Tolerancia Nº 25 (San Felipe), Aurora de Petare Nº 26 (Caracas), La Paz Nº 27 (Valencia), Unión del Baúl Nº 28 (El Baúl), Independencia Nº 30 (Puerto Cabello) y Victoria Nº 31(Nirgua).
En el año 1847 se produjo la primera división de la masonería Venezolana, al ser creado un Gran Oriente disidente. Dado que muchos de los grandes actores políticos, militares e intelectuales pertenecían a la orden masónica, y los enfrentamientos políticos, de poder y la efervescencia que se vivía en todos los ámbitos de nuestro país, no podían menos que afectar también a nuestra augusta institución.
Por otra parte, el debilitamiento progresivo de la república y del poder de la iglesia católica, permitieron un mayor desarrollo de las actividades públicas de la masonería, empezaron a construirse templos masónicos donde en sus fachadas se encontraban los signos de la institución, como en el templo de la Guaira inaugurado en el año de 1853.
El joven Antonio Guzmán Blanco pronuncia uno de sus primeros discursos en las exequias masónicas del General Santiago Mariño en 1854.
Después de finalizar la guerra federal, se produce la reunificación de los dos grandes sectores de la masonería, este suceso fue durante el gobierno de otro iniciado en la masonería el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, el 30 de abril de 1.865, adoptando como nombre el de Gran Oriente Nacional de Venezuela siendo su gran Maestre Ramón Díaz.
Desde el año 1863, un grupo de hermanos masones pertenecientes a la Logia Esperanza de Caracas entre quienes se encontraban Isaac Pardo y Casiano Hernández, habían constituido la sociedad del templo masónico, empezando a recabar fondos y su vez ir adquiriendo lotes de terrenos, con la finalidad de edificar el templo, entre las esquinas de Jesuitas a Maturín, y la primera piedra fue colocada en septiembre de 1.864 con emotivos discursos de Fernando Arvelo y de Isaac Pardo. Durante el régimen del General Guzmán Blanco (1.870 – 1.887) la institución masónica se fortaleció y se extendió por todo el territorio nacional, siendo esta considerada la mejor etapa de la institución masónica en Venezuela, llamada también los Años de Oro de la masonería nacional. Para ese momento surgen problemas con la construcción del Templo ya que lo recaudado para tal fin no fue suficiente. Entonces la respetable Gran logia de Venezuela solicitó ayuda a todas las logias de la jurisdicción para que no se interrumpieran las obras. En esos días el Presidente Antonio Guzmán Blanco, Grado 33º que estaba en lo más alto del poder, ejercía las funciones de guarda templo de la Logia Esperanza Nº 7, y enterado de la dificultad que había surgido con la construcción del Templo, ordena al Ministerio de Fomento hacerse cargo de la conclusión de la obra, siendo inaugurado el día 27 de abril de 1.876. Las logias lo declararon Gran Protector de la Institución masónica en Venezuela, teniendo que enfrentar el cisma que se produjo en 1.882 y que se resolvió en 1884. A finales del año 1882 la masonería Venezolana estaba constituida según las denominaciones de la época por: un Superior Consejo del Grado 33, con 48 miembros, un Gran Consistorio con 54 príncipes, un Consejo de Caballeros Kadosh con 88 integrantes, un Soberano Consejo con 40 príncipes Rosacruces, una Gran Logia con 60 hermanos y 750 hermanos regulares pertenecientes a 19 logias simbólicas.
Todos los presidentes de Venezuela, desde José Antonio Páez hasta Ignacio Andrade, fueron masones. Eso solo demuestra que la política Venezolana marcho al vaivén de las ideas que nacían dentro de la masonería, no con podas discrepancias y choques, por que el pensamiento liberal tuvo diferentes protagonistas, desde la posición conservadora de José Antonio Páez, la Revolucionaria de Ezequiel Zamora, hasta el moderno liberalismo de el General Antonio Guzmán Blanco. La caída del poder político y social de la masonería comenzó con el gobierno de Francisco Linares Alcántara, quien cometió el error de entrar en pugnas de poder con Joaquín Crespo, Modesto Urbaneja, Nicanor Bolet Peraza y otros dirigentes masones, los que aprovechando la ausencia del país de Antonio Guzmán Blanco, comenzaron a deslizar ataques contra la obra del Ilustre Americano. Luego de los múltiples problemas que se suscitaron en lo político y lo social, el General Guzmán Blanco llama a Caracas a el General Joaquín Crespo quien llego a la capital procedente de Maracay en el año 1883, a una reunión en la que se acordó la sucesión presidencial. Con el asenso del General Crespo a la presidencia de la República en el año 1884, mejoro en algo la situación de la masonería, pues Crespo fervoroso masón, llevo al gabinete ministerial a conocidas figuras de logias Caraqueñas. Pero el General Crespo se encontró con infinidad de problemas, el hambre en los campos, la malaria y el erario público en bancarrota, actuaron en contra de sus buenas intenciones. Aparte de todo este panorama desolador, se encuentra también entre dos fuerzas intransigentes y difíciles de conciliar: los Guzmancistas liderados por Rojas Paúl, González Guinand, Pimentel y Bello, y los amigos de Crespo que lo animaban para que se alzara con el santo y con la limosna. Joaquín Crespo fue presidente por dos periodos en el ultimo que fue de 1892 hasta 1898, soporto cuartelazos y movimientos subversivos donde estaban involucrados masones y antiguos amigos, pero Crespo logo salir airoso de todas esas confabulaciones, consolidándose más en el poder.
Ya en 1897, el gastado liberalismo, siempre del brazo de la masonería, comenzó a moverse a favor de la candidatura de Ignacio Andrade, dirigente masón y que para el momento de su escogencia ejercía el cargo de presidente (Gobernador) del Estado Miranda, que en ese momento dicho estado ocupaba un espacio geográfico equivalente a los actuales estados Aragua, Miranda, Nueva Esparta y Guárico juntos. Andrade tomo posesión de la presidencia de la república el 28 de febrero de 1898 en medio de desconfianzas y nubes agoreras. Luego de importantes alzamientos uno del General José Manuel Hernández el 11 de marzo de 1898, y otro del General Ramón Guerra el 19 de febrero de1899, Andrade presenta su primer y único mensaje al congreso nacional, el 27 de febrero de 1899, pintando un cuadro desolador, donde los continuos alzamientos, se unían a los estragos de la epidemia de viruela que diezmo poblaciones enteras, la crisis del tesoro público y la baja del precio del café, fueron el caldo de cultivo, para ultimo con lo que se tuvo que enfrentar, que fue La Revolución Liberal Restauradora, liderada por Cipriano Castro, quien el 23 de octubre de 1899, entra triunfalmente en Caracas. Ese día se cerró el ciclo histórico del Liberalismo Amarillo y con ellos el poder y la influencia política de la masonería en la vida pública del país. Cuando el terremoto del 26 de octubre de 1900, que causo destrozos en Caracas, también afecto al Gran Templo Masónico, produciendo deterioros en la Cámara Capitular, en el vestíbulo exterior, en los Pasos Perdidos y en algunas cámaras, la fachada también sufrió daños y en algunos lugares del templo , se desplomo el techo.
El Presidente Castro no era masón, aunque tenía respeto por el papel histórico de la masonería y por la actividad moralista que cumplía. Al ser informado de los daños acaecidos en el Gran Templo, inmediatamente ordeno al Ministerio de Fomento la reparación de los mismos, trabajo que se cumplió con celeridad y a satisfacción de la Gran Logia, la cual agradecida, el 3 de marzo de 1904 emitió un voto de Profundo Reconocimiento a el presidente Castro. El 10 de julio de 1904 quedo terminada la reconstrucción del Gran Templo, en el 13 de junio de 1904, se reestreno el local con una ceremonia de exaltación de la respetable logia Fe Nº 14, la cual inauguro la “Cámara del Medio”.
La masonería no cayó en desgracia con el advenimiento de Castro, pero perdió su papel de institución dirigente. Sus principales representantes cayeron en desgracia política, ya no formaban parte de las grandes decisiones de la nación, ni ocuparon cargos de relevancia en la administración pública. Ese cambio hizo decaer el prestigio que la institución había tenido por más de tres cuartos de siglo, ya las personalidades no tocaban las puertas del Gran Templo, ni los jóvenes con deseos de escalar posiciones, solicitaban su ingreso en las logias, era más rentable y requería de menos esfuerzo, hacerse amigos de los partidarios de Castro; las logias dejaron de ser puntos e atracción social, moral y política.
Con el asenso de Juan Vicente Gómez al poder, en 1908 la situación siguió igual que con Castro, Gómez sin perseguir a la institución, tampoco la favoreció en lo más mínimo, resignándose los masones a pasar de la envidiable posición que siempre ostentaron, a su anulación total como institución influyente en sociedad. Ese año regía los destinos de la institución el Gran Maestro Domingo A Coronil, quien había colaborado con el gobierno de Ignacio Andrade y después se hizo amigo del régimen de Cipriano Castro. Más tarde con el General Juan Vicente Gómez, Tampoco tuvo problemas. El gomecismo nunca persiguió a la masonería. Prefirió ignorarla. Gómez dentro de su poca instrucción, sabia a través de sus conversaciones con Leopoldo Batista y Francisco González, que el Libertador había sido masón. El General Gómez sentía una gran devoción hacia la figura del Libertador, pensaba que si Simón Bolívar había pertenecido a la masonería, seguramente debía tratarse de una asociación “buena”, como muestra de esto, cuenta el médico Jacobo Bendhan Chocron, dos veces Gran Maestro de la Gran Logia de la República de Venezuela, que una vez el General Gómez, lo mando a llamar a su despacho en Maracay.
Cuando después de una larga antesala lo hicieron pasar a la oficina del General, el doctor Bendhan temblaba pensando en la rotunda y otras cosas que pasaban por su cabeza. Pero el dialogo aunque corto fue amistoso:
_ ¿Así que usted es el jefe de la masonería?, le pregunto Gómez.
_Si, soy el Gran Maestro de la Gran Logia de la República de Venezuela, mi General.
_Y que hacen ustedes en la masonería, volvió a preguntarle mientras le clavaba la mirada en los ojos.
_Nos reunimos pacíficamente para conversar sobre la importancia de las virtudes y la moral. También inculcamos el amor al trabajo, el respeto a la patria y la práctica de las buenas costumbres.
_Aja, eso si me gusta. Mientras prediquen el amor al trabajo, el respeto a la patria y la práctica de las buenas costumbres, nunca serán molestados.
_ ¿Y es verdad que el Libertador Bolívar fue masón?
_Si excelencia, el Libertador Bolívar fue miembro de la Masonería.
_Aja, muy bien, eso ya me lo habían dicho.
En efecto, el General Gómez no se metió nunca con la Masonería, ni ella con él.
Los espías del dictador y algunos masones que estaban en altos puestos o eran sus socios, le informaban constantemente sobre lo que en la Confederación masónica se hacía, donde las reuniones eran inofensivas y no representaban ningún peligro para el régimen.
La Masonería Venezolana sobrevivió los 27 años del régimen de Gómez, sin sustos ni tropiezos. Fue una convivencia pacífica que permitió que la logias trabajaran, pero la Masonería perdió todo el prestigio y poder que adquirió con Páez, Guzmán Blanco y Crespo. Esa actitud sumisa y acomodaticia, se dejo sentir en las décadas siguientes.
En el año 1935 el mandato del General Gómez está pasando por sus últimos momentos, pero como todo animal herido, es cuando se encuentra más peligroso. Un problema fronterizo con la hermana república de Colombia, en el Río Tarra, provoco malestar en las filas de nuestras Fuerzas Armadas. El gobierno de Gómez, esencialmente militarista, comenzó a preparase para una eventual confrontación con Colombia, comprando armamento y pertrechos para ocho mil efectivos. Por otra parte Colombia hizo lo mismo y armaron a diez mil efectivos del ejército. Todo el año de 1935 fue de encendidos debates y preparativos, pero gracias a dios la sangre no llego al río, la cordura prevaleció sobre los fanatismos y posiciones a ultranza, y además el “Benemérito” ya estaba llegando al final de su vida, muriendo el 17 de diciembre de 1935, culminando así una de las páginas más oscuras de nuestra historia contemporánea.
El General Eleazar López Contreras, hasta entonces Ministro de Guerra y Marina, se encarga de la presidencia de la República por decisión del Gabinete Ministerial y conforme a lo dispuesto por el General Gómez antes de su muerte.
Una de sus primeras acciones, fue poner en libertad a todos los presos políticos que estaban hasta ese momento, presos de manera indefinida, dependiendo únicamente de la voluntad del general Gómez, su segunda gran decisión fue la de autorizar el regreso de todos los exilados, con la única excepción de los Comunistas, también permitió alguna libertad de prensa y de reunión; todas estas decisiones que el General López tomo, fueron en contra de la voluntad de muchos de los dirigentes gomecistas que todavía estaban en cargos de alto gobierno. La muerte de Gómez desato una crisis política, de la cual se hubiesen podido haber aprovechado los antigomecistas para llegar al poder, pero López Contreras supo controlar la situación calmando la efervescencia, con medidas salomónicas, evitando de ese modo una nueva guerra civil.
El 14 de febrero de 1936, el presidente López tuvo su primera gran prueba de estadista, ya que después de una balacera en la Plaza Bolívar de Caracas, con un saldo de varios muertos y heridos, se realizó una gigantesca marcha y concertación encabezada por Jóvito Villalba. El general sin dejarse atemorizar por ese multitudinario movimiento de masas, hizo los cambios necesarios en el gobierno para darle respuestas a las aspiraciones del pueblo. Destituyo a Pérez Soto, León Jurado y otros gobernadores y ministros identificados con el gomecismo, para sustituirlos por personajes conocidos por su vocación democrática como Rómulo Gallegos, Alberto Adriani, Alberto Smith, Néstor Luis Pérez, Regulo Olivares, Albano Mibelli y otros. Uno de los destituidos por el presidente, León Jurado era miembro de la masonería. A todo esto como ya era costumbre la Gran Logia mantuvo absoluto silencio, repitiendo el mismo accionar observado durante el gomecismo, prefirieron hacerse la vista gorda y adoptar la política de convivencia, la cual le había dado sus frutos en cuanto a poder trabajar “libremente” en las logias, pero que hundió a la institución en un profundo desprestigio, del cual paso mucho tiempo, para lograr superarlo.
En el año 1937 comenzó la organización de un partido político llamado PDN (Partido Democrático Nacional), que culmino el 27 de septiembre de 1939 con la realización de su Primera Convención Nacional, donde se eligió el Directorio Nacional bajo la presidencia de Rómulo Betancourt. Varios de los integrantes de esa directiva fueron miembros de la masonería, Inocente Palacios, Alejandro Oropeza Castillo (Masón), Raúl Leoni (Masón), Luis Lander, Jesús Paz Galárraga, Gonzalo Barrios, Antonio Leindez, Valmore Rodríguez (Masón), Ana Luisa Lovera, Leonardo Ruiz Pineda, José Oropeza, Luis Beltrán Prieto Figueroa (Masón), L. A. Pocaterra, Raúl Acosta, Luis Troconis Guerrero, Luis Augusto Dubuc y Gualberto Fermín. El PDN, fue la antesala de lo que luego se transformaría en el Partido Acción Democrática, el 29 de julio de 1941 fue legalizada su fundación y emergió a la vida pública, en un acto celebrado en el Nuevo Circo de Caracas, el 13 de septiembre de 1941, donde pronunciaron vibrantes y emotivos discursos, Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco (Masón), Luis Beltrán Prieto Figueroa (Masón), Mario García Arocha y Rómulo Betancourt.
Con el controvertido golpe del 18 de octubre de 1948, Acción Democrática se hace de poder, y con ese partido algunos miembros de la masonería que actuaban de forma individual. El 24 de octubre de 1948, un golpe militar dirigido por los comandantes Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y luego Felipe Llovera Páez, derroco al gobierno de Rómulo Gallegos.
Luis Felipe Llovera Páez, era miembro de la masonería, nacido en Ciudad Bolívar el 14 de abril de 1913, se inicio en 1937 en la Respetable Logia Aurora de Paria Nº 42, fundada en Güiria, Estado Sucre, en 1872. Más tarde cuando asume definitivamente el General Marcos Pérez Jiménez, después de la muerte de Delgado Chalbaud, Llovera Páez estaba encargado del Ministerio de Relaciones Interiores, dicen que fue benevolente con algunos masones llevados a prisión por participar en actividades subversivas, lo mismo se puede decir del famoso Bachiller Castro, mano derecha de Pedro Estrada jefe de la Seguridad Nacional, ya que muchos aseguran que el Bachiller Castro salvo de torturas y otras atrocidades a muchos opositores que identificaban como masones.
Otro colaborador del General Pérez Jiménez, el comandante Rafael Ángel Molina Franco, miembro de la respetable logia Esperanza Nº 7, de Caracas también ayudo a muchos masones que cayeron en las redes de la Seguridad Nacional, bajo la sospecha de conspirar en contra del gobierno.
Esa ambigüedad en el proceder de algunos miembros de la masonería, estando con tirios y troyanos y a su vez perteneciendo a la misma tolda, igual que sucedió en la época de Gómez y en la transición de López Contreras, según algunos comentaristas y estudiosos de la masonería, esta actitud ha sido la clave para haber sobrevivido los tiempos difíciles, pero para otros consideran que es la causa de su decadencia o por lo menos de su franco debilitamiento.
Lo cierto es que la Masonería como institución miro los toros desde la barrera el drama de los ocho años de gobierno dictatorial del General Pérez Jiménez. El General nunca se metió con la Orden, no se sabe si para congraciarse con su amigo Llovera Páez o porque considero que la masonería no representaba ningún peligro para la estabilidad e su gobierno.
La dictadura de Pérez Jiménez, aunque fue por La Gran Logia, perjudico indirectamente al desenvolvimiento y crecimiento de la Institución Masónica. Por otra parte, la falta de libertades y el régimen de terror que había impuesto el gobierno a través de la seguridad nacional, redundo en la disminución de las actividades masónicas, mermando sobre todo el numero de iniciaciones y el ímpetu creativo y creador de algunos intelectuales democráticos, que deseaban impulsar a la institución a la modernidad y acorde con los nuevos tiempos.
Durante la dictadura de Pérez Jiménez, la atmósfera política enrarecida, la suspicacia y la desconfianza que predominaban en todos los niveles, produjo tres bandos claramente diferenciados: los demócratas y progresistas situados en la resistencia, los adeptos al gobierno y contratistas extranjeros que se aprovechaban de las ventajas que el régimen les otorgaba, y los indiferentes que solo se ocupaban el vivir sus vidas sin correr ningún tipo de riesgos.
La institución Masónica como no es una isla aparte de la realidad que en el país se vivía, no escapaba de la pugna entre estas corrientes antes nombradas. En los altos cuadros dirigentes dominaba la tendencia conservadora, partidaria de mantener a costa de lo que fuera una posición neutral, para lo cual adoptaron una actitud contemplativa, que no estaba acorde con el del descontento nacional por los abusos del régimen y por supuesto no supo ejercer el papel que de haber interpretado la realidad Venezolana de ese tiempo, hubiese tenido que adoptar. Corría el año de 1953, Rafael Otero, un hombre que hacía gala un carácter afirmativo, poco dado a la consulta democrática y a la libre exposición de las ideas, era la persona que estaba al frente de la Gran Logia de República de Venezuela. Entre sus planes personales, tenía en proyecto, hacer demoler el Gran Templo Masónico para la construcción de un edificio, plan que se frustro cuando la empresa con la cual pensaba ejecutar la obra, no ofrecía las garantías necesarias, un grupo de altos personeros de la masonería, entre gallos y media noche, deciden quitarle la investidura de Gran Maestro.
La conjura que se realizo exitosamente, provoco una secesión. Un grupo de logias defensoras de la fundamentación jurídica, se declara independiente. Al año siguiente, otro grupo de logias, donde sobresalían masones de mentalidad democrática y de ideas modernas en materia de organización institucional, se reunió en Valencia Edo Carabobo, para estudiar la situación de la masonería nacional y la necesidad de redactar una nueva Constitución, más democrática y a tono con los nuevos tiempos.
De la reunión de Valencia, salió la decisión de hacer contactos y conversaciones con todas las Logias de la jurisdicción, para la formación de una “Comisión Unificadora”, que sería la encargada de organizar una “Gran Convención”, que pusiera fin a la división de la Masonería y preparar el camino para la renovación de la Constitución y los Estatutos Generales de la Orden. La Gran Convención se realizo en el Gran Templo Masónico, ubicado de Jesuitas a Maturín el 18 de agosto de 1956, con la asistencia de 215 diputados, en representación de 72 logias, que constituían la mayoría del pueblo Masónico.
Las deliberaciones se prolongaron por tres días, finalmente el 20 de agosto, los 215 diputados presentes, poniéndose de pie, aprobaron por unanimidad la nueva Constitución, la cual después seria conocida como la “Constitución de 1956”. Esa carta magna, fruto del espíritu unificador de la Masonería y del deseo de progresar con instrumentos legales modernos, fue recibida con júbilo en toda la Confederación.
Una de las disposiciones de la nueva Constitución, era el voto democrático, universal y secreto para la elección del Gran Maestro y demás dignidades la Gran Logia. En virtud de ese mandato, los maestros masones de todas las logias de la jurisdicción, ejercían el papel de electores.
En las elecciones realizadas según lo dispuesto por esta moderna Constitución, resulto electo como Gran Maestro, Augusto Ascanio. En el mes de abril de 1957, de acuerdo con lo establecido por la Constitución de 1956, se reunió en el Gran Templo Masónico, la Alta Cámara Legislativa, estuvieron presentes los diputados de 100 logias, lo que significaba que se agregaron 28 logias más, a las 72 que aprobaron la Constitución.
Ante este cuerpo masónico, el Gran Maestro Augusto Ascanio, presento su memoria y cuenta e hizo una amplia disertación sobre las bondades de la nueva Constitución, a la cual denomino "Constitución Unificadora".
Cuando todo parecía indicar que la armonía y la unidad ya no sería perturbadas en la Confederación Masónica, Augusto Ascanio, sorpresivamente, el 14 de octubre de 1957, dicto el decreto Nº 21, para derogar la Constitución de 1956 y los Estatutos Generales de 1957, y poner en vigencia la vieja Constitución de 1924 u los Estatutos de 1931.
El asombro fue grande, al recordarse que el día martes 21 de abril de 1957, en la Tenida Extraordinaria celebrada en Cámara de Maestros, el Gran Maestro Ascanio, fue el primero en estampar su firma en un documento para reafirmar la decisión de cumplir y hacer cumplir fielmente la nueva Constitución de 1956 y los Estatutos Generales de1957 y otras reformas aprobadas para el progreso de la masonería en nuestro país. Según se supo después, grupos conservadores de los Altos Cuerpos Masónicos, presionaron al Gran Maestro Ascanio, para que dejara sin efecto las reformas aprobadas por la Alta Cámara Legislativa. No deseaban democratizar y modernizar el instrumento legal que lograra la elección directa, universal y secreta de todas las Altas Dignidades y del Gran maestro.
El decreto Nº 21, cayo dentro de la masonería como un sismo de alto grado. La división no tardo en producirse. Un grupo numeroso de logias se salió de la obediencia y estableció otro Gran Oriente, para seguir trabajando bajo la Constitución de 1956. Esa escisión le causo mucho daño a la orden, no solo la debilito, sino que también le resto respetabilidad en el mundo profano, por las derivaciones policiales y judiciales con los se le dio fin a este drama.

Los cambios registrados en el país con el movimiento popular del 23 de enero de 1958, que acabaron con la dictadura de Pérez Jiménez, encontraron a la masonería nacional dividida y con poca fuerza. Las logias que quedaron en la obediencia, trabajan sin mayores proyecciones, dedicadas al ritualismo y a la actividad social reducida al círculo de los talleres.
El 12 de marzo de 1964 asumió la presidencia de la república, el Dr. Raúl Leoni, abogado, político y sindicalista, nacido en Upata Edo. Bolívar, el 26 de abril de 1905. Se inicio en la masonería en la ciudad de México. Posteriormente cuando estuvo exilado en la Paz, Bolivia de 1955 a 1956, ascendió al grado de Maestro en una logia de la capital Boliviana. Se le recuerda en la Masonería Boliviana por sus ideas democráticas, apegadas al derecho.
Pero el presidente Leoni al asumir la primera magistratura, nada hizo a favor de la masonería Venezolana, seguramente porque no tuvo contactos con ella o por que la Masonería no supo aprovechar esa situación especial, para lograr un punto de apoyo que le permitiera proyectarse eficazmente en el mundo profano. El gobierno del presidente Leoni es recordado como una de las mejores gestiones gubernamentales de nuestra época democrática, por su intachable conducta, su gran honestidad y gran humanismo, cosas que dan fe de su condición Masónica.
El hermetismo, chapado a la antigua, la falta de imaginación y capacidad de maniobra de los dirigentes masones en la era democrática venezolana, impidió a la institución ganar prestigio y poder. No se supo entender que la masonería tenía que actuar con flexibilidad, sentido de oportunidad y espíritu de grandeza. Saber sacar provecho en el buen sentido de la palabra, de las coyunturas que se presentaban en el país, para afianzar su desarrollo, sin necesidad de comprometerse con ningún partido político o empeñar su tradicional independencia. Masones que estaban en “sueño”, olvidados por sus logias, ocuparon altos cargos públicos durante las administraciones de Raúl Leoni y Carlos Andrés Pérez. Pero como ocurrió con Valmore Rodríguez, Andrés Eloy Blanco, en el primer gobierno de Betancourt y en el de Gallegos, por su desvinculación con las logias o por que la dirigencia Masónica no supo tomarlos en cuenta, las posiciones políticas que ocupaban en nada beneficiaron en le progreso de la Institución Masónica en Venezuela.

Para terminar este resumen de la historia de la masonería Venezolana, es importante señalar que la Orden en el país perdió progresivamente influencia en la vida nacional, ninguna de sus credenciales históricas fueron suficientes para llamar la atención de los gobernantes de turno en el siglo pasado y lo que va de este. La equivocada política de aislamiento sistemático, la margino de los grandes movimientos de opinión, donde una institución benemérita, como es la masonería, con dirigentes hábiles habría podido obtener resonante prestigio y poder.
Todos estos años de era democrática Venezolana, tenían que haber sido el marco propicio para el engrandecimiento de la masonería, pero repetimos la falta de liderazgo, imaginación, sentido de la oportunidad, moderna organización e inteligente empleo de los recursos humanos, impidieron que la Orden lograra un desarrollo a tono con las credenciales que supo acumular a través de la historia.
Ahora el porvenir de la Masonería venezolana, depende fundamentalmente de la preparación y capacidad de maniobra de quienes la dirijan, sin caer bajo la tutela de grupos ultra conservadores, los cuales desde la reconstrucción de la Gran Logia, en 1838, siempre trataron de hacerla caminar la saga de sus intereses particulares, olvidándose del carácter progresivo y progresista de la institución, generadora de las ideas que hicieron transformar la historia.


El futuro de la Masonería Venezolana puede ser promisorio, en la medida en que se imponga el espíritu de grandeza, el ejercicio de la docencia en todos los niveles y se practique la fraternidad real, no la de complicidad automática, para hacer de las logias verdaderos talleres de pensamiento y generadores de la perfectibilidad personal y social.

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