HISTORIA
DE LA MASONERÍA EN VENEZUELA
Publicado por PROF. MIGUEL ANTONIO HERNANDEZ ZAMBRANO el 9/9/2012
Historia
de la Masóneria en Venezuela
Historia
A\L\G\D\A\D\U\
S\F\U\
L\I\F\
Realmente
son muchos los autores tanto profanos como masones que se han tomado su tiempo
para ilustrarnos sobre este apasionante tema como lo es la Historia de la
Masonería en Venezuela. De hecho, el presente trabajo es una recopilación de
algunos de estos escritos, y de cierta bibliografía, con la esperanza de poder
cumplir con los anhelos del lector sobre el desarrollo y contenido de este tema.
Debemos
sin lugar a dudas darle crédito a ciertos acontecimientos que se sucedieron
fuera de nuestras fronteras, que de una u otra manera marcaron un hito en el
desarrollo de nuestra propia historia y de cómo llegó la masonería a nuestro
país. ANTECEDENTES No voy a nombrar o remontarme a los albores de la masonería
en el mundo como tal pero solo un ligero bosquejo nos podría ayudar a
interpretar los hechos acaecidos en los Siglos XVII y XVIII. El autor uruguayo
Alfonso Fernández Cabrelli compara algunas de las correspondencias existentes
entre las escalas de valores de aquellas Logias europeas del siglo XVIII y las
que hoy tenemos en Latinoamérica, de índole liberal, y se centra en la
intervención de la Masonería en la Revolución Francesa, realizada de hecho y
por la vía de las ideas. Lo anteriormente expuesto, explica la imagen creada de
la Masonería por quienes la combatieron, como los gobiernos absolutistas de
Europa y la Iglesia, en pro de la defensa de los valores de la libertad, la
tolerancia y la apertura en la recepción de los diferentes estratos sociales,
las religiones y las procedencias étnicas.
Esto
una gran prueba de la participación decisiva de las Logias Masónicas o de la de
muchos de sus integrantes, en la gestación intelectual de estos dos pasos
fundamentales para la libertad del hombre, y nos referimos a: La Declaración de
los Derechos del Hombre y a la Revolución Francesa. Asimismo, la toma de la
terrible prisión de La Bastilla fue un acto forjado por masones. Cabe destacar
que Montesquieu, y Rousseau entre otros destacados franceses de esos tiempos,
fueron masones.
La
consigna "Libertad, Igualdad, Fraternidad" es eternamente masónica.
La letra del himno nacional de Francia, conocido como “La Marsellesa” fue
compuesta por un hermano masón, de nombre Claude Rouget De Lisle. Hija también
de la Masonería Americana es la voluntad de independencia de España que, como
fruto de la perfidia personal y la impericia política del rey hispano Fernando
VII, se extiende por los virreinatos, capitanías generales, gobernaciones y
audiencias, tras la reimplantación en España del totalitarismo borbónico.
Masones Ibéricos y Americanos serían los inspiradores y líderes del proceso de
independencia de la América Hispana, figurando sus nombres en un puesto de
honor entre los padres de los nuevos países que irían surgiendo.
En
el siglo XVIII, en Londres, Gran Bretaña, se crea la primera asociación
político-secreta bajo el nombre de “Gran Reunión Americana” donde se iniciaron
o afiliaron un buen número de futuros próceres sudamericanos siendo sus
patrocinadores Francisco de Miranda (venezolano), Bernardo O’Higgins (chileno),
Andrés Bello (venezolano), Antonio Mariño (venezolano), Vicente Rocafuerte
(ecuatoriano), José Joaquín de Olmedo (ecuatoriano), Caro (cubano) y otros más.
Se indica a través de la historia que los dos más grandes libertadores
sudamericanos, nos referimos, al Q:. H:. Simón José Antonio de la Santísima
Trinidad Bolívar Palacios, y el R:. H:. José Francisco de San Martín y
Matorras, prestaron un juramento ante esta “asociación”, que era hacer realidad
la causa de la emancipación de Sudamérica, a pesar de que ambos paladines,
tenían distintas personalidades, pero en ellos obraba la misma sagrada misión.
Prosiguiendo
con nuestro trazado, en Madrid, España, se funda la filial de la “Gran Reunión
Americana”, pero con la salvedad de llevar como nombre el de “Junta de las
Ciudades y Provincias de la América Meridional”, y en Cádiz, España, a
iniciativa del Q:. H:. Bernardo O’Higgins Riquelme, se crea otra, la que lleva
el nombre de “Sociedad de Lautaro”. O’Higgins escogió Cádiz, para sus
propósitos, por ser el puerto marítimo más frecuentado en aquella época, por
los criollos americanos, logrando consolidar rápidamente su agrupación.
Sobre
la Logia Lautaro, y otros eventos, el escritor colombiano Ismael López quién
escribía con el pseudónimo de Cornelio Hispano en su obra “La Vida Secreta de
Bolívar” (Editorial Bedout, Santa Fé de Bogotá, Colombia, 1944), menciona:“Si
el precursor Francisco de Miranda (hermano masón), hubiese iniciado solamente a
Bolívar, San Martín y O’Higgins, ello bastaría para justificar el titulo de
Padre de la Independencia, que con gratitud le prodigan hoy, los
sudamericanos...”El comentario expresado líneas arriba, es realizado en forma adrede,
debido a que muchos francmasones actualmente creen que se le otorgaba este
título a Sebastián Francisco Antonio Gabriel de Miranda y Rodríguez, por ser el
creador de las primeras Logias Masónicas en territorio hispanoamericano, cosa
nada cierta....
Si
verificamos bien la historia de América en general, y repasamos los pocos y
antiguos documentos existentes, entre ellos los de Cuadros Logiales, con júbilo
notaremos que en todas las naciones, ubicadas al Norte, Centro y Sur, los
principales precursores, próceres y héroes de las mil batallas o combates,
llevaban junto a la espada, lanza o fusil, el Mandil, la Escuadra y el Compás.
Según
fuentes masónicas y de historiadores españoles, San Martín fue condecorado en
Bélgica en 1825 por los masones de las Logias “La Parfaite Amitié” y “Les Amis
Philanthropos” con una medalla que lleva su perfil, el único auténtico que se
conserva con su verdadera fisonomía, debido a la dedicación del grabador
oficial del reino belga, que también era masón, su nombre Henry Simón.
Merece
asimismo la atención resaltar la revolución o el levantamiento del masón Rafael
del Riego y Nuñez, en España el 1 de enero de 1820, hecho que evitó
fortuitamente que un fuerte contingente de soldados españoles fuera embarcado
con destino a Sudamérica, en los albores de la independencia. Tanto masón era
Bolívar como Riego, y todos ellos y sus seguidores obedecían a una autoridad
omnipotente, al supremo y oculto poder masónico, aliado a los enemigos
seculares de España: A los pueblos anglosajones.!
Ya
en el altiplano del Perú, y paralelamente a otras insurrecciones, se gestaron
otros movimientos infructuosos como el de los hermanos Catari y el de Julián
Apaza, éste último en honor de Túpac Amaru y de los hermanos Catari, utilizó un
seudónimo, llamándose luego en el fragor de las luchas como “Túpac Catari”. Es
verdaderamente importante conocer los comentarios del fallecido escritor
masónico peruano Eduardo Mendoza Silva, los cuales burila en su libro titulado
“Masonería Pre Republicana”, en su página número 72, dice:“Mucho se ha escrito
y hablado de la filiación masónica de Tomás Catari y de Túpac Catari, de los
que lamentablemente no quedan constancias. Sin embargo se debe apreciar el
hecho de la presencia de masones ingleses en las filas de ambos insurrectos,
mencionado por varios escritores, los que llegan hasta describir una ceremonia
masónica celebrada en Tiquiña por Túpac Catari, tal como lo realiza el autor
Martín V. Lazcano en su obra Sociedades Secretas, Políticas y Masónicas”(Buenos
Aires, Argentina. Editorial El Ateneo, 1927).
Merece
asimismo destacarse el siguiente testimonio coincidente con el autor antes
citado, que figura textualmente en la obra “Ampliaciones y Refutaciones”
(Editorial NOS. Madrid, España, 1956 pág. 108) del autor español Mauricio
Carlavilla:“ Las sublevaciones acaecidas en el Perú y Venezuela las organiza el
francés Piconert, apoyado por sus hermanos de Francia, según dijo Alexander Von
Humboldt, en sus memorias”.
Si
a esto agregamos que fue precisamente el Gran Oriente de Francia, el que dio
por aquellas épocas, las Cartas Patentes a logias y Grandes Logias de
Venezuela, Perú y Chile, y que en todos los barcos donde viajaban ciudadanos
franceses eran estos propagandistas entusiastas de logias y de la difusión de
sus ideas políticas y filosóficas. vemos entonces la gran influencia de Francia
como país madre de los movimientos emancipadores de la entonces América Latina,
sin dejar de lado lo que acontecía al norte, en los Estados Unidos de América,
donde grandes hombres, verdaderos masones, daban paso a una historia
independentista sin precedentes.
Entre
ellos figuran George Washington, Benjamín Franklin en Estados Unidos de
América, y al sur, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, Pablo de Olavide, Francisco de
Miranda, Andrés Bello López, José de San Martín, Servando Teresa de Mier
(mejicano), Joaquín Olmedo, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Hipólito
Unanue, Faustino Sánchez Carrión, Juan Manuel Iturregui, y otros más,
considerados luego “padres de las futuras nuevas naciones”, siendo todos ellos
masones, y también fueron las mentes que planearon e iniciaron las revoluciones
e independencia de las colonias más importantes de toda América.
El
primer chispazo de revolución en Norte América se planificó, en 1773, en una
placentera taberna de Boston llamada "El Dragón Verde" (Green
Dragon).
Allí
se reunía la Logia Masónica de San Andrés, o en ingles Saint Andrew.La dureza
de la corona inglesa a sus colonias había alienado a los pobladores, y la
sumisión de ellos, estaba llegando a su clímax; pero no había un liderazgo que
emprendiera una organizada revolución. La decisión de los ingleses de excluir
las colonias del negocio del té, rebasó la cólera y la indecisión de muchos. En
la taberna del Dragón Verde, no todos los miembros de la Logia apoyaban el
movimiento patriótico; pero los líderes masones como Paul Revere, John Hancock,
Samuel Adamsy Joseph Warren trazaron el plan que inició las gestas
revolucionarias independentistas. Los líderes y miembros de la Logia del Dragón
Verde se disfrazaron de indios Mohawk y dirigieron el ataque a los barcos
llenos de té en el puerto de Boston, arrojando las cajas al mar. Con este golpe
planeado y subrepticio se inició la gesta revolucionaria en las colonias
inglesas, que rápidamente se expandió al resto de América en los siguientes 50
años. Actualmente existe en los Estados Unidos de Norteamérica una fiesta
patriótica llamada “Boston Tea Party” en conmemoración a dicho acto heroico.
Pero
esta primera guerra fue virtualmente una primera guerra civil. Todos los
colonos eran de raza blanca o "caucasiana". No hubo mestizos, ni
indios, ni negros que participaran significantemente en esa guerra de
"independencia". La mayoría eran criollos ingleses, pero también
existían holandeses, alemanes, escandinavos, escoceses, franceses,
irlandeses... todos europeos.
Así
de esta forma las raíces emanadas de los ideales masónicos de todos aquellos
próceres y sus posteriores acciones hacia la independencia de los pueblos,
marcan nuestra historia.
LA MASONERIA VENEZOLANA
Vemos
que los orígenes de la Masonería Venezolana coinciden de manera casi simultánea
tanto en La Guaira, en Abril de 1797, con la llegada de cuatro masones
españoles, de tendencia liberal y prisioneros políticos, autores de la célebre
conspiración de "Los Cerrillos de San Blas", dirigida por Juan
Bautista Mariano Picornell y Gomila, ilustre pedagogo reformista, nacido en
Palma de Mallorca en 1759.
Junto
con el sabio Picornell y Gomila, llegaron, José Lax, Manuel Cortés Campomanes,
Bernardo Garaza, luego Juan Manzanares, Juan Pons Izquierdo, Joaquín Villalba y
Sebastián Andrés, todos ellos masones y enemigos declarados de la monarquía
española. Estos prisioneros políticos españoles, eran miembros activos de las
logias regulares "Libertad" y "España", que trabajaban en
el templo masónico de la calle de Basteros, en Madrid, y que posteriormente
incorporan a varios venezolanos a la actividad masónica, como en Londres, en
1798, con el establecimiento de la Gran Reunión Americana, fundada por el
Precursor Francisco de Miranda, ya descrita anteriormente, a través de la cual
–y de las Logias Lautarinas que fueron sus sucursales–, muchos venezolanos se
incorporaron a la actividad masónica. Influidos por las ideas de la Revolución
Francesa, secretamente organizaron en Madrid una vasta conspiración para
establecer la República. Estaban cansados de la corrupción y de los abusos de
la monarquía. Cuando culminaban los preparativos de la revolución fueron
descubiertos por la policía. Por orden del Rey fueron encarcelados y embarcados
rumbo a la prisión de Cartagena de Indias. Desembarcaron en La Guaira y
temporalmente quedaron encerrados en el Castillo de San Carlos.
Desde
la lóbrega mazmorra de La Guaira, estos masones españoles hicieron contacto con
José María España, Manuel Gual, Simón Rodríguez, Ponce y otros. Se sabe que
José María España por las excelentes relaciones que tenía en La Guaira, estaba
al tanto de la personalidad de los prisioneros españoles que fueron
desembarcados secretamente.
Valiéndose
de sus amigos y hasta del soborno, José María España logró hablar con ellos
varias veces. En algunas ocasiones iba al Castillo de San Carlos acompañado de
Manuel Gual. Su amistad con el Jefe de la Guardia y algunas monedas de oro, le
permitieron permanecer en la cárcel largas horas conversando con los masones
españoles. Al parecer en una de esas entrevistas, José María España y Manuel
Gual, fueron iniciados formalmente en la masonería, por los ocho Maestros
Masones encarcelados.
Lo
cierto es que José María España y Manuel Gual, después de esas entrevistas
secretas, reorganizaron la Logia irregular que presidían en La Guaira,
otorgando mayor importancia a los rituales. Las célebres "Ordenanzas
Constitucionales", redactadas en la cárcel por Picornell y Gomila, fueron
calificadas por todos los historiadores, como la declaración expresa de una
independencia absoluta, mediante la aplicación del sistema republicano para
Venezuela, y eran leídas en la Logia de José María España y después fueron
sacadas al exterior para su publicación.
Con
la ayuda de José María España, Manuel Gual, Simón Rodríguez y otros masones
venezolanos, los masones españoles que estaban en el Castillo de San Carlos,
lograron fugarse a la isla francesa de Guadalupe. Al ir imprimieron una
traducción al castellano de los "Derechos del Hombre y del
Ciudadano". Editaron asimismo, la "Canción Americana" y
"Carmañola Americana", de gran difusión en el Continente.
Más
tarde, entre 1811 y 1818, nacen las primeras Logias en Cumaná, Carúpano y
Angostura — que más tarde, en 1846, se llamó Ciudad Bolívar– y donde se
encuentran las primeras actividades concertadas en torno a los principios
libertarios y humanistas de la Masonería. Sin embargo, avanzan los estudios
respecto de que las primeras Logias habrían funcionado en la Isla Margarita
desde 1807, sin que hasta la fecha se haya podido confirmar la valiosa
documentación disponible. Desde entonces, la Masonería Venezolana juega un
papel de primera importancia en la vida nacional, marcada por una lucha
continua por las ideas emancipadoras, por un esfuerzo sostenido en pro de la
independencia y por sostener el régimen republicano, permanentemente amenazado.
Los
grandes inspiradores y actores de la emancipación venezolana fueron masones:
Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Andrés Bello, Simón Rodríguez y Antonio
José de Sucre y todos los que, luego, participan en la dirección de la
Venezuela republicana son, también, miembros de la Masonería: José Antonio
Páez, José María Vargas, Carlos Valentín Soublette, José Tadeo Monagas y José
Gregorio Monagas, Julián Castro, Manuel Felipe Tovar y Tovar, Juan Crisóstomo
Falcón, Antonio Guzmán Blanco, Francisco Linares Alcántara, Joaquín Crespo,
Raimundo Andueza Palacio e Ignacio Andrade. De 15 Presidentes que tuvo
Venezuela en un solo siglo, 13 pertenecieron a la Masonería. Las dictaduras que
se dieron en la época afectaron gravemente a Venezuela, y ejercieron una
constante perturbación en la Masonería, lo que explica que en el siglo XX solo
figura un Presidente de la República como miembro de la Institución, el ilustre
y notable venezolano, Raúl Leoni Otero.
El
autoritarismo político, las cúpulas políticas acomodaticias y el personalismo
exacerbado habían encontrado un severo escollo en la Masonería. Sus principios,
eminentemente éticos y solidarios, resultaban incómodos a quienes manejaban sin
pulcritud la cosa pública y a quienes, en un clima de escaso rigor moral,
dañaban gravemente los principios democráticos. La presión y la indebida
penetración ejercida, a comienzos del siglo XIX y durante muchas décadas, en
contra de la Masonería y, desde luego, en contra de sus hombres más
distinguidos, terminaron por replegar la actividad masónica.
Como
testimonio de la entrega masónica a la vida nacional, los restos de 37 masones
se encuentran hoy en el Panteón Nacional, el templo en el cual el país ha
querido inmortalizar a sus más importantes servidores: Lisandro Alvarado,
Raimundo Andueza Palacio, Francisco Aranda, Juan Bautista Arismendi, Francisco
de Paula Avendaño, Andrés Bello (cenotafio), José Francisco Bermúdez, Andrés
Eloy Blanco, Rufino Blanco Fombona, José Félix Blanco, Simón Bolívar, Luis
Brión, Manuel Ezequiel Bruzual, Juan José Conde, Lino de Clemente, Manuel María
Echeandía, Juan Crisóstomo Falcón, Antonio Leocadio Guzmán, Tomás Lander,
Francisco Linares Alcántara, Antonio Mariño, Francisco de Miranda (cenotafio),
José Gregorio Monagas y José Tadeo Monagas, Juan de Dios Monzón, Daniel
Florencio O’Leary, José Antonio Páez, Juan Antonio Pérez Bonalde, Judas Tadeo
Piñango, Luis Razetti, Simón Rodríguez, José Tomás Sanabria, José Laurencio
Silva, Carlos Valentín Soublette, Antonio José de Sucre (cenotafio), Diego
Bautista Urbaneja y José María Vargas. Faltan que se cumplan los decretos
Presidenciales de 1875 y 1899 de repatriar y trasladar al Panteón Nacional a
los Presidentes de Venezuela Manuel Felipe Tovar y Tovar y Antonio Guzmán
Blanco, cuyos restos se encuentran en los cementerios de Epinay y Passy de
París, respectivamente, y quienes fueron grandes servidores de Venezuela y
distinguidos miembros de la Masonería. LA GRAN LOGIA DE VENEZUELA. Todos los
autores que hablan sobre la historia de la masonería en Venezuela se refieren a
la fundación de un Supremo Consejo del Grado 33° y la Gran Logia ambos de la
República de Colombia, el mismo día de la Batalla de Carabobo, 24 de Junio de
1824, pero recordemos que es el día de San Juan, patrono de las cofradías de
constructores medievales y día del calendario coincidente con el Solsticio de
Verano, festividad que es celebrada por los masones. Sin embargo, no hay
documentación que permita establecer la veracidad de ese hecho, pudo haberse
fundado en cualquier momento entre 1823 y 1828, porque en el documento de la
fundación de la Gran Logia de la República de Venezuela en 1848, se refiere a
una antigua Logia de la República de Colombia, a la cual suple esta en el
territorio de Venezuela. En su nómina se encuentran: José Antonio Páez, José
María Pelgrón, Manuel López de Umerez, Diego Bautista Urbaneja, Carlos Valentín
Sublette, Carlos Cornejo, José María Lovera, Francisco Conde, Juan José Conde,
José Gabriel Lugo, José Austria, Judas Tadeo Piñango, Felipe Esteves, Vicente
Carrillo, Gerónimo Pompa, José María Ponce y José Manuel Morales. Buena parte
de ellos fundadores también, de la “Sociedad de Amigos del País”. Lo
interesante es que en la nómina hay más civiles, que militares y los militares
aparecen sin rango, solo con su nombre y apellido. Sin embargo, dos meses
antes, el 21 de abril de 1.824, el Comisionado Especial del Supremo Consejo
Unido del Hemisferio Occidental, con sede en Nueva York, el joyero e
intelectual francés, de 61 años, Joseph Cerneau, confirió en Caracas el Grado
33 a diversas personalidades, en su mayoría, como dice Briceño Perozo, adalides
de la Independencia y quienes, pocos meses después, van a fundar la Masonería
Venezolana, el 24 de junio de 1824, bajo la dirección del abogado barcelonés,
de 42 años, Diego Bautista Urbaneja Sturdy, miembro de la Corte Suprema de
Justicia, más tarde, Ministro de Hacienda (1830) y tres veces Vicepresidente de
la República (1831, 1832 y 1847).
En
la nómina de las personalidades que figuran en el documento original del
Archivo Blanco-Aspúrua, Tomo I, que se conserva en el Archivo General de la
Nación, se encontraba Simón Bolívar, quien, en esa fecha, de 41 años, estaba en
Trujillo, Perú, a unos 500 Km. al norte de Lima, recuperándose todavía de una
grave enfermedad sufrida en Pativilca, razón por la cual no estuvo presente en
la ceremonia. No se sabe si más tarde recibió tal distinción.
Ese
Supremo Consejo, cuya representación trajo Cerneau, existió, con sede en Nueva
York, hasta 1867 cuando se fusionó con el Supremo Consejo del Grado 33 de la
Jurisdicción Norte de los Estados Unidos, fundado en 1813, con sede en Boston y
que, desde 1968, tiene su sede en Lexington, Massachusetts. Como Grandes
Dignatarios de la Gran Logia figura, junto al Gran Maestro Diego Bautista
Urbaneja, un grupo esclarecido de la legión civil del ciclo libertario de
Venezuela: José Cordero, Manuel López de Umérez, José R. Martín, Andrés
Narvarte, José María Pelgrón, Fernando Peñaver y José María Lovera. Desde
entonces, a la Gran Logia le correspondió coordinar, en 1.824, a las 18 Logias
bajo su dependencia, no sólo como organizaciones valerosas, sino de reflexión y
fomento de los ideales humanitarios que estimulaban el pensamiento de avanzada.
No hay que olvidar que en los trece años de sacrificios que costó la
independencia venezolana hasta 1.823, se había perdido el 30% de su población,
y todavía en 1.829 había brotes realistas.
Existen
ciertas connotaciones históricas sobre Simón Bolívar y la Masonería y alguna discrepancia
entre algunos autores ya que unos afirman que Bolívar se inició en la logia de
los Caballeros Racionales en Cádiz de la mano del Generalísimo Francisco de
Miranda, y otros aseguran que fue en Francia donde conoció de los augustos
misterios de nuestra orden específicamente en la logia San Alejandro de Escocia
en Paris. De esto último, no hay duda de que El Libertador perteneciera a
nuestra augusta orden ya que aparte de la gran cantidad de documentos que así
lo acreditan, él escritor Ramón Díaz Sánchez, descubrió en Paris el documento
original que prueba su ingreso a la Masonería, y ese documento tiene la firma
autógrafa del Libertador fechado el “11 del undécimo mes del año masónico
5.805”, y fue iniciado con el grado de Compañero. Pero también es cierto que
sale a relucir una conversación entre el General Simón Bolívar y Luis Perú de
Lacroix mientras esperan los resultados de la Convención de Ocaña, donde se
referirá a la masonería de la siguiente manera:[…]Habló de la masonería,
diciendo que también él había tenido la curiosidad de hacerse iniciar para ver
de cerca lo que eran aquellos misterios, y que en París se había recibido de
Maestro, pero que aquel grado le había bastado para juzgar lo ridículo de
aquella antigua asociación; que en las Logias había encontrado algunos hombres
de mérito, bastantes fanáticos, muchos embusteros y muchos más tontos burlados;
que todos los masones se asemejan a los niños grandes jugando con señas,
morisquetas, palabras hebraicas, cintas y cordones; que, sin embargo, la
política y los intrigantes pueden sacar partido de aquella sociedad
secreta[…]Él también juzgaba la sociedad como influyente en materia política, y
esta creencia privará después del atentado septembrino, con el famoso Decreto
del 8 de Noviembre de 1.828 donde “proscribirá las sociedades secretas,
cualquiera sea su denominación”. Lo cierto es que la masonería había abandonado
el mundo del absolutismo ilustrado, del siglo XVIII, cuando era una sociedad
esotérica, preocupada por la filosofía y la práctica de la ciencia, para ser
suplida, en el siglo XIX, por un club político y civil que involucraba al mundo
de los negocios y de la toma del poder, quedando clausuradas también las logias
masónicas existentes en algunas ciudades de la república.
Sobre
este tema hay ciertas contradicciones y versiones entre algunos historiadores
ya que unos piensan que de hecho el decreto de Bolívar era dirigido
especialmente a la masonería , por la acumulación de poder que ella ostentaba,
cuestión que es de dudar ya que siendo Bolívar masón es poco probable que él
hubiese hecho ese decreto con esa finalidad, la otra versión, es que el
Libertador cuando redactó ese decreto era dirigido a los círculos conspiradores
que encabezaba entre otros, el General Francisco de Paula Santander, que
buscaban eliminar a como diera lugar al Padre de la Patria, por sus
aspiraciones personales y su sed de poder, por cierto, aunque parezca mentira
el General Santander también era masón.
La
masonería se asentará en la sociedad latinoamericana, después del proceso
independentista y de hecho en 1823 el General José Antonio Páez, estaría
solicitando la regularización de una Logia que él dirige en Valencia y nos da
noticias del establecimiento de otras Logias en Cumaná y Barcelona (en el
Oriente venezolano). El documento es suscrito entre otros, por Juan Uslar, José
Abreu de Lima y comparten con ellos otros militares venezolanos e ingleses.
Cuando
en 1830 Venezuela se separa de la Gran Colombia, la Gran Logia cayó en sueño a
consecuencia de los compromisos contraídos por sus miembros con la
estructuración de la naciente vida republicana hasta que el 9 de septiembre de
1838, bajo el mismo Gran Maestro Diego Bautista Urbaneja, la Gran Logia acuerda
reactivarse y proseguir su obra bienhechora, la que cumple, sin otra
interrupción, hasta la fecha.
Por
otro lado se sabe que entre 1817 y 1818 existían dos logias, una de las cuales
funcionaba en la casa del comerciante Francisco González de Linares, cuyo
hermano Manuel González de Linares era también un prominente masón. Al mismo
tiempo en el territorio Guayanés dominado por los republicanos, un comerciante
de origen Británico de nombre James Hamilton, forma en 1818 en Angostura la
logia llamada Concordia Venezolana, bajo autoridad de la Gran Logia Provincial
de Kingston (Jamaica). Entre los militares británicos que se unieron al ejercito
de la república había varios masones, que fundaron la logia Colombiana, ya en
funcionamiento en Diciembre de 1820, que en Febrero de 1821 celebró una sesión
en Achaguas, donde estaba acantonada la unidad Británica.
En
1821, en Caracas se forma el taller La Unión, y en Valencia la Logia La
Concordia, ambas dependientes de la Gran Logia de Pensilvania. A partir de
1821, tras la batalla de Carabobo, se empieza a organizar la masonería
Venezolana instalándose en 1822 las logias Protectoras de Virtudes en
Barcelona, Perfecta Armonía en Cumana, fraternidad Colombiana en Caracas, Valor
y Constancia en Valencia, Unanimidad de Cartago y Bolívar en la Guaira, todas
ellas con cartas patentes de la Gran Logia de Maryland (Baltimore); en 1823 se
instalan las logias Regeneradores de Maracaibo y Aurora en la Guaira, estas con
patente de la Gran Logia de Nueva York. Uno de los más antiguos libros
masónicos publicados en Venezuela, fue el titulado “Espíritu de los Estatutos y
Reglamentos del Orden Franc-Masónico” (sic) y el “Diccionario de todos los
términos y expresiones que están en uso para las logias”, impreso en Cumana en
1823 y redactado por Manuel José Ribas, de la logia Perfecta Armonía.
El
16 de mayo de 1824 se funda en Caracas la Gran Logia de Colombia y se instala
solemnemente el 24 de junio de ese mismo año, siendo Diego Bautista Urbaneja su
primer Gran Maestre, en ese entonces la República de Colombia abarcaba los
departamentos de Venezuela, Nueva Granada y Quito, tal como se ha explicado
anteriormente.
Poco
después de separarse Venezuela de la Gran Colombia, el 22 de septiembre de
1830, la masonería Venezolana comienzan su reorganización en Caracas de forma
independiente fundando la Gran Logia de Venezuela, siendo su Gran Maestro Diego
Bautista Urbaneja; año y medio más tarde, los masones Venezolanos que se
encontraban investidos del grado 33 de la Masonería Escocesa, resolvieron
instalar el Supremo Consejo del Gado 33 para la República de Venezuela y a tal
efecto se reunieron en Caracas el 4 de mayo de 1840, siendo proclamado Gran
Comendador el General José Antonio Páez para ese entonces Presidente de la
República. El Supremo Consejo unido a la Gran Logia de Venezuela, constituyeron
en Caracas el 31 de enero de 1841 el Gran Oriente Nacional de Venezuela siendo
el General Carlos Valentín Soublette su primer Gran Maestre. En 1843 la Gran
Logia de Venezuela reagrupaba los talleres Perfecta Armonía Nº 2 (Cumana),
Unanimidad Nº 3 (la Guaira), La Unión Nº 5 (Caracas), Concordia Nº 6 (Caracas),
Libertad Nº 11 (Puerto Cabello), Unión Filantrópica Nº 12 (Coro), Concordia Nº
13 (Valencia), Regeneración Nº 15 (Maracaibo), América Nº 17 (Caracas),
Restauración Nº 23 (Río Chico), Caracas Madre Nº 24 (San Fernando de Apure),
Tolerancia Nº 25 (San Felipe), Aurora de Petare Nº 26 (Caracas), La Paz Nº 27
(Valencia), Unión del Baúl Nº 28 (El Baúl), Independencia Nº 30 (Puerto
Cabello) y Victoria Nº 31(Nirgua).
En
el año 1847 se produjo la primera división de la masonería Venezolana, al ser
creado un Gran Oriente disidente. Dado que muchos de los grandes actores
políticos, militares e intelectuales pertenecían a la orden masónica, y los
enfrentamientos políticos, de poder y la efervescencia que se vivía en todos
los ámbitos de nuestro país, no podían menos que afectar también a nuestra
augusta institución.
Por
otra parte, el debilitamiento progresivo de la república y del poder de la
iglesia católica, permitieron un mayor desarrollo de las actividades públicas
de la masonería, empezaron a construirse templos masónicos donde en sus fachadas
se encontraban los signos de la institución, como en el templo de la Guaira
inaugurado en el año de 1853.
El
joven Antonio Guzmán Blanco pronuncia uno de sus primeros discursos en las
exequias masónicas del General Santiago Mariño en 1854.
Después
de finalizar la guerra federal, se produce la reunificación de los dos grandes
sectores de la masonería, este suceso fue durante el gobierno de otro iniciado
en la masonería el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, el 30 de abril de 1.865,
adoptando como nombre el de Gran Oriente Nacional de Venezuela siendo su gran
Maestre Ramón Díaz.
Desde
el año 1863, un grupo de hermanos masones pertenecientes a la Logia Esperanza
de Caracas entre quienes se encontraban Isaac Pardo y Casiano Hernández, habían
constituido la sociedad del templo masónico, empezando a recabar fondos y su
vez ir adquiriendo lotes de terrenos, con la finalidad de edificar el templo,
entre las esquinas de Jesuitas a Maturín, y la primera piedra fue colocada en
septiembre de 1.864 con emotivos discursos de Fernando Arvelo y de Isaac Pardo.
Durante el régimen del General Guzmán Blanco (1.870 – 1.887) la institución
masónica se fortaleció y se extendió por todo el territorio nacional, siendo
esta considerada la mejor etapa de la institución masónica en Venezuela,
llamada también los Años de Oro de la masonería nacional. Para ese momento
surgen problemas con la construcción del Templo ya que lo recaudado para tal
fin no fue suficiente. Entonces la respetable Gran logia de Venezuela solicitó
ayuda a todas las logias de la jurisdicción para que no se interrumpieran las
obras. En esos días el Presidente Antonio Guzmán Blanco, Grado 33º que estaba
en lo más alto del poder, ejercía las funciones de guarda templo de la Logia
Esperanza Nº 7, y enterado de la dificultad que había surgido con la
construcción del Templo, ordena al Ministerio de Fomento hacerse cargo de la
conclusión de la obra, siendo inaugurado el día 27 de abril de 1.876. Las
logias lo declararon Gran Protector de la Institución masónica en Venezuela,
teniendo que enfrentar el cisma que se produjo en 1.882 y que se resolvió en
1884. A finales del año 1882 la masonería Venezolana estaba constituida según
las denominaciones de la época por: un Superior Consejo del Grado 33, con 48
miembros, un Gran Consistorio con 54 príncipes, un Consejo de Caballeros Kadosh
con 88 integrantes, un Soberano Consejo con 40 príncipes Rosacruces, una Gran
Logia con 60 hermanos y 750 hermanos regulares pertenecientes a 19 logias
simbólicas.
Todos
los presidentes de Venezuela, desde José Antonio Páez hasta Ignacio Andrade,
fueron masones. Eso solo demuestra que la política Venezolana marcho al vaivén
de las ideas que nacían dentro de la masonería, no con podas discrepancias y
choques, por que el pensamiento liberal tuvo diferentes protagonistas, desde la
posición conservadora de José Antonio Páez, la Revolucionaria de Ezequiel
Zamora, hasta el moderno liberalismo de el General Antonio Guzmán Blanco. La
caída del poder político y social de la masonería comenzó con el gobierno de
Francisco Linares Alcántara, quien cometió el error de entrar en pugnas de
poder con Joaquín Crespo, Modesto Urbaneja, Nicanor Bolet Peraza y otros
dirigentes masones, los que aprovechando la ausencia del país de Antonio Guzmán
Blanco, comenzaron a deslizar ataques contra la obra del Ilustre Americano.
Luego de los múltiples problemas que se suscitaron en lo político y lo social,
el General Guzmán Blanco llama a Caracas a el General Joaquín Crespo quien
llego a la capital procedente de Maracay en el año 1883, a una reunión en la
que se acordó la sucesión presidencial. Con el asenso del General Crespo a la
presidencia de la República en el año 1884, mejoro en algo la situación de la
masonería, pues Crespo fervoroso masón, llevo al gabinete ministerial a conocidas
figuras de logias Caraqueñas. Pero el General Crespo se encontró con infinidad
de problemas, el hambre en los campos, la malaria y el erario público en
bancarrota, actuaron en contra de sus buenas intenciones. Aparte de todo este
panorama desolador, se encuentra también entre dos fuerzas intransigentes y
difíciles de conciliar: los Guzmancistas liderados por Rojas Paúl, González
Guinand, Pimentel y Bello, y los amigos de Crespo que lo animaban para que se
alzara con el santo y con la limosna. Joaquín Crespo fue presidente por dos
periodos en el ultimo que fue de 1892 hasta 1898, soporto cuartelazos y
movimientos subversivos donde estaban involucrados masones y antiguos amigos,
pero Crespo logo salir airoso de todas esas confabulaciones, consolidándose más
en el poder.
Ya
en 1897, el gastado liberalismo, siempre del brazo de la masonería, comenzó a
moverse a favor de la candidatura de Ignacio Andrade, dirigente masón y que
para el momento de su escogencia ejercía el cargo de presidente (Gobernador) del
Estado Miranda, que en ese momento dicho estado ocupaba un espacio geográfico
equivalente a los actuales estados Aragua, Miranda, Nueva Esparta y Guárico
juntos. Andrade tomo posesión de la presidencia de la república el 28 de
febrero de 1898 en medio de desconfianzas y nubes agoreras. Luego de
importantes alzamientos uno del General José Manuel Hernández el 11 de marzo de
1898, y otro del General Ramón Guerra el 19 de febrero de1899, Andrade presenta
su primer y único mensaje al congreso nacional, el 27 de febrero de 1899,
pintando un cuadro desolador, donde los continuos alzamientos, se unían a los
estragos de la epidemia de viruela que diezmo poblaciones enteras, la crisis
del tesoro público y la baja del precio del café, fueron el caldo de cultivo, para
ultimo con lo que se tuvo que enfrentar, que fue La Revolución Liberal
Restauradora, liderada por Cipriano Castro, quien el 23 de octubre de 1899,
entra triunfalmente en Caracas. Ese día se cerró el ciclo histórico del
Liberalismo Amarillo y con ellos el poder y la influencia política de la
masonería en la vida pública del país. Cuando el terremoto del 26 de octubre de
1900, que causo destrozos en Caracas, también afecto al Gran Templo Masónico,
produciendo deterioros en la Cámara Capitular, en el vestíbulo exterior, en los
Pasos Perdidos y en algunas cámaras, la fachada también sufrió daños y en
algunos lugares del templo , se desplomo el techo.
El
Presidente Castro no era masón, aunque tenía respeto por el papel histórico de
la masonería y por la actividad moralista que cumplía. Al ser informado de los
daños acaecidos en el Gran Templo, inmediatamente ordeno al Ministerio de
Fomento la reparación de los mismos, trabajo que se cumplió con celeridad y a
satisfacción de la Gran Logia, la cual agradecida, el 3 de marzo de 1904 emitió
un voto de Profundo Reconocimiento a el presidente Castro. El 10 de julio de
1904 quedo terminada la reconstrucción del Gran Templo, en el 13 de junio de
1904, se reestreno el local con una ceremonia de exaltación de la respetable
logia Fe Nº 14, la cual inauguro la “Cámara del Medio”.
La
masonería no cayó en desgracia con el advenimiento de Castro, pero perdió su
papel de institución dirigente. Sus principales representantes cayeron en
desgracia política, ya no formaban parte de las grandes decisiones de la
nación, ni ocuparon cargos de relevancia en la administración pública. Ese
cambio hizo decaer el prestigio que la institución había tenido por más de tres
cuartos de siglo, ya las personalidades no tocaban las puertas del Gran Templo,
ni los jóvenes con deseos de escalar posiciones, solicitaban su ingreso en las
logias, era más rentable y requería de menos esfuerzo, hacerse amigos de los
partidarios de Castro; las logias dejaron de ser puntos e atracción social,
moral y política.
Con
el asenso de Juan Vicente Gómez al poder, en 1908 la situación siguió igual que
con Castro, Gómez sin perseguir a la institución, tampoco la favoreció en lo
más mínimo, resignándose los masones a pasar de la envidiable posición que
siempre ostentaron, a su anulación total como institución influyente en
sociedad. Ese año regía los destinos de la institución el Gran Maestro Domingo
A Coronil, quien había colaborado con el gobierno de Ignacio Andrade y después
se hizo amigo del régimen de Cipriano Castro. Más tarde con el General Juan
Vicente Gómez, Tampoco tuvo problemas. El gomecismo nunca persiguió a la
masonería. Prefirió ignorarla. Gómez dentro de su poca instrucción, sabia a
través de sus conversaciones con Leopoldo Batista y Francisco González, que el
Libertador había sido masón. El General Gómez sentía una gran devoción hacia la
figura del Libertador, pensaba que si Simón Bolívar había pertenecido a la
masonería, seguramente debía tratarse de una asociación “buena”, como muestra
de esto, cuenta el médico Jacobo Bendhan Chocron, dos veces Gran Maestro de la
Gran Logia de la República de Venezuela, que una vez el General Gómez, lo mando
a llamar a su despacho en Maracay.
Cuando
después de una larga antesala lo hicieron pasar a la oficina del General, el
doctor Bendhan temblaba pensando en la rotunda y otras cosas que pasaban por su
cabeza. Pero el dialogo aunque corto fue amistoso:
_
¿Así que usted es el jefe de la masonería?, le pregunto Gómez.
_Si,
soy el Gran Maestro de la Gran Logia de la República de Venezuela, mi General.
_Y
que hacen ustedes en la masonería, volvió a preguntarle mientras le clavaba la
mirada en los ojos.
_Nos
reunimos pacíficamente para conversar sobre la importancia de las virtudes y la
moral. También inculcamos el amor al trabajo, el respeto a la patria y la
práctica de las buenas costumbres.
_Aja,
eso si me gusta. Mientras prediquen el amor al trabajo, el respeto a la patria
y la práctica de las buenas costumbres, nunca serán molestados.
_
¿Y es verdad que el Libertador Bolívar fue masón?
_Si
excelencia, el Libertador Bolívar fue miembro de la Masonería.
_Aja,
muy bien, eso ya me lo habían dicho.
En
efecto, el General Gómez no se metió nunca con la Masonería, ni ella con él.
Los
espías del dictador y algunos masones que estaban en altos puestos o eran sus
socios, le informaban constantemente sobre lo que en la Confederación masónica
se hacía, donde las reuniones eran inofensivas y no representaban ningún
peligro para el régimen.
La
Masonería Venezolana sobrevivió los 27 años del régimen de Gómez, sin sustos ni
tropiezos. Fue una convivencia pacífica que permitió que la logias trabajaran,
pero la Masonería perdió todo el prestigio y poder que adquirió con Páez,
Guzmán Blanco y Crespo. Esa actitud sumisa y acomodaticia, se dejo sentir en
las décadas siguientes.
En
el año 1935 el mandato del General Gómez está pasando por sus últimos momentos,
pero como todo animal herido, es cuando se encuentra más peligroso. Un problema
fronterizo con la hermana república de Colombia, en el Río Tarra, provoco
malestar en las filas de nuestras Fuerzas Armadas. El gobierno de Gómez,
esencialmente militarista, comenzó a preparase para una eventual confrontación
con Colombia, comprando armamento y pertrechos para ocho mil efectivos. Por
otra parte Colombia hizo lo mismo y armaron a diez mil efectivos del ejército.
Todo el año de 1935 fue de encendidos debates y preparativos, pero gracias a
dios la sangre no llego al río, la cordura prevaleció sobre los fanatismos y
posiciones a ultranza, y además el “Benemérito” ya estaba llegando al final de
su vida, muriendo el 17 de diciembre de 1935, culminando así una de las páginas
más oscuras de nuestra historia contemporánea.
El
General Eleazar López Contreras, hasta entonces Ministro de Guerra y Marina, se
encarga de la presidencia de la República por decisión del Gabinete Ministerial
y conforme a lo dispuesto por el General Gómez antes de su muerte.
Una
de sus primeras acciones, fue poner en libertad a todos los presos políticos
que estaban hasta ese momento, presos de manera indefinida, dependiendo
únicamente de la voluntad del general Gómez, su segunda gran decisión fue la de
autorizar el regreso de todos los exilados, con la única excepción de los
Comunistas, también permitió alguna libertad de prensa y de reunión; todas
estas decisiones que el General López tomo, fueron en contra de la voluntad de
muchos de los dirigentes gomecistas que todavía estaban en cargos de alto
gobierno. La muerte de Gómez desato una crisis política, de la cual se hubiesen
podido haber aprovechado los antigomecistas para llegar al poder, pero López
Contreras supo controlar la situación calmando la efervescencia, con medidas
salomónicas, evitando de ese modo una nueva guerra civil.
El
14 de febrero de 1936, el presidente López tuvo su primera gran prueba de
estadista, ya que después de una balacera en la Plaza Bolívar de Caracas, con
un saldo de varios muertos y heridos, se realizó una gigantesca marcha y
concertación encabezada por Jóvito Villalba. El general sin dejarse atemorizar
por ese multitudinario movimiento de masas, hizo los cambios necesarios en el
gobierno para darle respuestas a las aspiraciones del pueblo. Destituyo a Pérez
Soto, León Jurado y otros gobernadores y ministros identificados con el
gomecismo, para sustituirlos por personajes conocidos por su vocación
democrática como Rómulo Gallegos, Alberto Adriani, Alberto Smith, Néstor Luis
Pérez, Regulo Olivares, Albano Mibelli y otros. Uno de los destituidos por el
presidente, León Jurado era miembro de la masonería. A todo esto como ya era
costumbre la Gran Logia mantuvo absoluto silencio, repitiendo el mismo accionar
observado durante el gomecismo, prefirieron hacerse la vista gorda y adoptar la
política de convivencia, la cual le había dado sus frutos en cuanto a poder
trabajar “libremente” en las logias, pero que hundió a la institución en un
profundo desprestigio, del cual paso mucho tiempo, para lograr superarlo.
En
el año 1937 comenzó la organización de un partido político llamado PDN (Partido
Democrático Nacional), que culmino el 27 de septiembre de 1939 con la
realización de su Primera Convención Nacional, donde se eligió el Directorio
Nacional bajo la presidencia de Rómulo Betancourt. Varios de los integrantes de
esa directiva fueron miembros de la masonería, Inocente Palacios, Alejandro
Oropeza Castillo (Masón), Raúl Leoni (Masón), Luis Lander, Jesús Paz Galárraga,
Gonzalo Barrios, Antonio Leindez, Valmore Rodríguez (Masón), Ana Luisa Lovera,
Leonardo Ruiz Pineda, José Oropeza, Luis Beltrán Prieto Figueroa (Masón), L. A.
Pocaterra, Raúl Acosta, Luis Troconis Guerrero, Luis Augusto Dubuc y Gualberto
Fermín. El PDN, fue la antesala de lo que luego se transformaría en el Partido
Acción Democrática, el 29 de julio de 1941 fue legalizada su fundación y
emergió a la vida pública, en un acto celebrado en el Nuevo Circo de Caracas,
el 13 de septiembre de 1941, donde pronunciaron vibrantes y emotivos discursos,
Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco (Masón), Luis Beltrán Prieto Figueroa
(Masón), Mario García Arocha y Rómulo Betancourt.
Con
el controvertido golpe del 18 de octubre de 1948, Acción Democrática se hace de
poder, y con ese partido algunos miembros de la masonería que actuaban de forma
individual. El 24 de octubre de 1948, un golpe militar dirigido por los
comandantes Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y luego Felipe
Llovera Páez, derroco al gobierno de Rómulo Gallegos.
Luis
Felipe Llovera Páez, era miembro de la masonería, nacido en Ciudad Bolívar el
14 de abril de 1913, se inicio en 1937 en la Respetable Logia Aurora de Paria
Nº 42, fundada en Güiria, Estado Sucre, en 1872. Más tarde cuando asume
definitivamente el General Marcos Pérez Jiménez, después de la muerte de
Delgado Chalbaud, Llovera Páez estaba encargado del Ministerio de Relaciones
Interiores, dicen que fue benevolente con algunos masones llevados a prisión
por participar en actividades subversivas, lo mismo se puede decir del famoso
Bachiller Castro, mano derecha de Pedro Estrada jefe de la Seguridad Nacional,
ya que muchos aseguran que el Bachiller Castro salvo de torturas y otras
atrocidades a muchos opositores que identificaban como masones.
Otro
colaborador del General Pérez Jiménez, el comandante Rafael Ángel Molina
Franco, miembro de la respetable logia Esperanza Nº 7, de Caracas también ayudo
a muchos masones que cayeron en las redes de la Seguridad Nacional, bajo la
sospecha de conspirar en contra del gobierno.
Esa
ambigüedad en el proceder de algunos miembros de la masonería, estando con tirios
y troyanos y a su vez perteneciendo a la misma tolda, igual que sucedió en la
época de Gómez y en la transición de López Contreras, según algunos
comentaristas y estudiosos de la masonería, esta actitud ha sido la clave para
haber sobrevivido los tiempos difíciles, pero para otros consideran que es la
causa de su decadencia o por lo menos de su franco debilitamiento.
Lo
cierto es que la Masonería como institución miro los toros desde la barrera el
drama de los ocho años de gobierno dictatorial del General Pérez Jiménez. El
General nunca se metió con la Orden, no se sabe si para congraciarse con su
amigo Llovera Páez o porque considero que la masonería no representaba ningún
peligro para la estabilidad e su gobierno.
La
dictadura de Pérez Jiménez, aunque fue por La Gran Logia, perjudico
indirectamente al desenvolvimiento y crecimiento de la Institución Masónica.
Por otra parte, la falta de libertades y el régimen de terror que había
impuesto el gobierno a través de la seguridad nacional, redundo en la disminución
de las actividades masónicas, mermando sobre todo el numero de iniciaciones y
el ímpetu creativo y creador de algunos intelectuales democráticos, que
deseaban impulsar a la institución a la modernidad y acorde con los nuevos
tiempos.
Durante
la dictadura de Pérez Jiménez, la atmósfera política enrarecida, la suspicacia
y la desconfianza que predominaban en todos los niveles, produjo tres bandos
claramente diferenciados: los demócratas y progresistas situados en la
resistencia, los adeptos al gobierno y contratistas extranjeros que se
aprovechaban de las ventajas que el régimen les otorgaba, y los indiferentes
que solo se ocupaban el vivir sus vidas sin correr ningún tipo de riesgos.
La
institución Masónica como no es una isla aparte de la realidad que en el país
se vivía, no escapaba de la pugna entre estas corrientes antes nombradas. En
los altos cuadros dirigentes dominaba la tendencia conservadora, partidaria de
mantener a costa de lo que fuera una posición neutral, para lo cual adoptaron
una actitud contemplativa, que no estaba acorde con el del descontento nacional
por los abusos del régimen y por supuesto no supo ejercer el papel que de haber
interpretado la realidad Venezolana de ese tiempo, hubiese tenido que adoptar.
Corría el año de 1953, Rafael Otero, un hombre que hacía gala un carácter
afirmativo, poco dado a la consulta democrática y a la libre exposición de las
ideas, era la persona que estaba al frente de la Gran Logia de República de
Venezuela. Entre sus planes personales, tenía en proyecto, hacer demoler el
Gran Templo Masónico para la construcción de un edificio, plan que se frustro
cuando la empresa con la cual pensaba ejecutar la obra, no ofrecía las
garantías necesarias, un grupo de altos personeros de la masonería, entre gallos
y media noche, deciden quitarle la investidura de Gran Maestro.
La
conjura que se realizo exitosamente, provoco una secesión. Un grupo de logias
defensoras de la fundamentación jurídica, se declara independiente. Al año
siguiente, otro grupo de logias, donde sobresalían masones de mentalidad
democrática y de ideas modernas en materia de organización institucional, se
reunió en Valencia Edo Carabobo, para estudiar la situación de la masonería
nacional y la necesidad de redactar una nueva Constitución, más democrática y a
tono con los nuevos tiempos.
De
la reunión de Valencia, salió la decisión de hacer contactos y conversaciones
con todas las Logias de la jurisdicción, para la formación de una “Comisión
Unificadora”, que sería la encargada de organizar una “Gran Convención”, que
pusiera fin a la división de la Masonería y preparar el camino para la
renovación de la Constitución y los Estatutos Generales de la Orden. La Gran
Convención se realizo en el Gran Templo Masónico, ubicado de Jesuitas a Maturín
el 18 de agosto de 1956, con la asistencia de 215 diputados, en representación
de 72 logias, que constituían la mayoría del pueblo Masónico.
Las
deliberaciones se prolongaron por tres días, finalmente el 20 de agosto, los
215 diputados presentes, poniéndose de pie, aprobaron por unanimidad la nueva
Constitución, la cual después seria conocida como la “Constitución de 1956”.
Esa carta magna, fruto del espíritu unificador de la Masonería y del deseo de
progresar con instrumentos legales modernos, fue recibida con júbilo en toda la
Confederación.
Una
de las disposiciones de la nueva Constitución, era el voto democrático,
universal y secreto para la elección del Gran Maestro y demás dignidades la
Gran Logia. En virtud de ese mandato, los maestros masones de todas las logias
de la jurisdicción, ejercían el papel de electores.
En
las elecciones realizadas según lo dispuesto por esta moderna Constitución,
resulto electo como Gran Maestro, Augusto Ascanio. En el mes de abril de 1957,
de acuerdo con lo establecido por la Constitución de 1956, se reunió en el Gran
Templo Masónico, la Alta Cámara Legislativa, estuvieron presentes los diputados
de 100 logias, lo que significaba que se agregaron 28 logias más, a las 72 que
aprobaron la Constitución.
Ante
este cuerpo masónico, el Gran Maestro Augusto Ascanio, presento su memoria y
cuenta e hizo una amplia disertación sobre las bondades de la nueva
Constitución, a la cual denomino "Constitución Unificadora".
Cuando
todo parecía indicar que la armonía y la unidad ya no sería perturbadas en la
Confederación Masónica, Augusto Ascanio, sorpresivamente, el 14 de octubre de
1957, dicto el decreto Nº 21, para derogar la Constitución de 1956 y los
Estatutos Generales de 1957, y poner en vigencia la vieja Constitución de 1924
u los Estatutos de 1931.
El
asombro fue grande, al recordarse que el día martes 21 de abril de 1957, en la
Tenida Extraordinaria celebrada en Cámara de Maestros, el Gran Maestro Ascanio,
fue el primero en estampar su firma en un documento para reafirmar la decisión
de cumplir y hacer cumplir fielmente la nueva Constitución de 1956 y los
Estatutos Generales de1957 y otras reformas aprobadas para el progreso de la
masonería en nuestro país. Según se supo después, grupos conservadores de los
Altos Cuerpos Masónicos, presionaron al Gran Maestro Ascanio, para que dejara
sin efecto las reformas aprobadas por la Alta Cámara Legislativa. No deseaban
democratizar y modernizar el instrumento legal que lograra la elección directa,
universal y secreta de todas las Altas Dignidades y del Gran maestro.
El
decreto Nº 21, cayo dentro de la masonería como un sismo de alto grado. La
división no tardo en producirse. Un grupo numeroso de logias se salió de la
obediencia y estableció otro Gran Oriente, para seguir trabajando bajo la
Constitución de 1956. Esa escisión le causo mucho daño a la orden, no solo la
debilito, sino que también le resto respetabilidad en el mundo profano, por las
derivaciones policiales y judiciales con los se le dio fin a este drama.
Los
cambios registrados en el país con el movimiento popular del 23 de enero de
1958, que acabaron con la dictadura de Pérez Jiménez, encontraron a la
masonería nacional dividida y con poca fuerza. Las logias que quedaron en la
obediencia, trabajan sin mayores proyecciones, dedicadas al ritualismo y a la
actividad social reducida al círculo de los talleres.
El
12 de marzo de 1964 asumió la presidencia de la república, el Dr. Raúl Leoni,
abogado, político y sindicalista, nacido en Upata Edo. Bolívar, el 26 de abril
de 1905. Se inicio en la masonería en la ciudad de México. Posteriormente
cuando estuvo exilado en la Paz, Bolivia de 1955 a 1956, ascendió al grado de
Maestro en una logia de la capital Boliviana. Se le recuerda en la Masonería
Boliviana por sus ideas democráticas, apegadas al derecho.
Pero
el presidente Leoni al asumir la primera magistratura, nada hizo a favor de la
masonería Venezolana, seguramente porque no tuvo contactos con ella o por que
la Masonería no supo aprovechar esa situación especial, para lograr un punto de
apoyo que le permitiera proyectarse eficazmente en el mundo profano. El
gobierno del presidente Leoni es recordado como una de las mejores gestiones
gubernamentales de nuestra época democrática, por su intachable conducta, su
gran honestidad y gran humanismo, cosas que dan fe de su condición Masónica.
El
hermetismo, chapado a la antigua, la falta de imaginación y capacidad de
maniobra de los dirigentes masones en la era democrática venezolana, impidió a
la institución ganar prestigio y poder. No se supo entender que la masonería
tenía que actuar con flexibilidad, sentido de oportunidad y espíritu de
grandeza. Saber sacar provecho en el buen sentido de la palabra, de las
coyunturas que se presentaban en el país, para afianzar su desarrollo, sin
necesidad de comprometerse con ningún partido político o empeñar su tradicional
independencia. Masones que estaban en “sueño”, olvidados por sus logias,
ocuparon altos cargos públicos durante las administraciones de Raúl Leoni y
Carlos Andrés Pérez. Pero como ocurrió con Valmore Rodríguez, Andrés Eloy
Blanco, en el primer gobierno de Betancourt y en el de Gallegos, por su
desvinculación con las logias o por que la dirigencia Masónica no supo tomarlos
en cuenta, las posiciones políticas que ocupaban en nada beneficiaron en le
progreso de la Institución Masónica en Venezuela.
Para
terminar este resumen de la historia de la masonería Venezolana, es importante
señalar que la Orden en el país perdió progresivamente influencia en la vida
nacional, ninguna de sus credenciales históricas fueron suficientes para llamar
la atención de los gobernantes de turno en el siglo pasado y lo que va de este.
La equivocada política de aislamiento sistemático, la margino de los grandes
movimientos de opinión, donde una institución benemérita, como es la masonería,
con dirigentes hábiles habría podido obtener resonante prestigio y poder.
Todos
estos años de era democrática Venezolana, tenían que haber sido el marco
propicio para el engrandecimiento de la masonería, pero repetimos la falta de
liderazgo, imaginación, sentido de la oportunidad, moderna organización e
inteligente empleo de los recursos humanos, impidieron que la Orden lograra un
desarrollo a tono con las credenciales que supo acumular a través de la
historia.
Ahora
el porvenir de la Masonería venezolana, depende fundamentalmente de la
preparación y capacidad de maniobra de quienes la dirijan, sin caer bajo la
tutela de grupos ultra conservadores, los cuales desde la reconstrucción de la
Gran Logia, en 1838, siempre trataron de hacerla caminar la saga de sus
intereses particulares, olvidándose del carácter progresivo y progresista de la
institución, generadora de las ideas que hicieron transformar la historia.
El
futuro de la Masonería Venezolana puede ser promisorio, en la medida en que se
imponga el espíritu de grandeza, el ejercicio de la docencia en todos los
niveles y se practique la fraternidad real, no la de complicidad automática,
para hacer de las logias verdaderos talleres de pensamiento y generadores de la
perfectibilidad personal y social.
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