La
huérfana Dorothy Gale (Judy Garland) vive una vida sencilla en Kansas con su tía Emma Clara Blandick, su tío
Henry y tres pintorescos peones: Hunk (Ray Bolger), Zeke (Bert Lahr) y Hickory (Jack Haley). Un día, la severa vecina Miss Gulch (Margaret Hamilton) es mordida por el perro de Dorothy, Totó. Miss Gulch se
lo lleva por orden del sheriff, a pesar de las apasionadas protestas de tía
Emma y de tío Henry. Totó escapa y regresa junto a Dorothy, quien se alegra
enormemente y pronto se da cuenta de que Miss Gulch regresará. Decide llevarse
a Totó y fugarse en busca de una vida mejor «en algún lugar sobre el arco
iris».
En su
viaje, Dorothy se encuentra al profesor Marvel (Frank Morgan), un cautivador pero falso adivino que, con la
intención de que la niña vuelva a su hogar, la engaña haciéndole creer que tía
Emma está enferma. Dorothy se apresura de vuelta a la granja, pero cae
inconsciente dentro de la casa a consecuencia de un golpe, debido a un
repentino tornado que ya había forzado a su familia a esconderse en un sótano
trasero.
Una
confundida Dorothy despierta para descubrir que la casa ha sido atrapada por el
tornado. A través de la ventana de la habitación, ve a Miss Gulch
transformándose en una bruja montada en una escoba. Momentos después, el
tornado deja caer la casa con Dorothy y con Totó sobre el arco iris en Oz. Glinda, la Bruja Buena del
Norte (Billie Burke), llega e informa a Dorothy que se encuentran en Munchkinland (Pequeñilandia en la versión española). Le dice a
Dorothy que ha matado a la Bruja Mala del
Este 'dejando caer una
casa' encima de ella. La bruja calzaba unos zapatos o chapines de rubí.
Animados
por Glinda, los tímidos munchkins salen de sus escondites y celebran el
deceso de la bruja hasta que su hermana, la Bruja Mala del Oeste (también interpretada por Margaret
Hamilton), aparece para reclamar las poderosas zapatillas de rubí. Glinda
transporta mágicamente los zapatos a los pies de Dorothy y le recuerda a la
bruja que su poder no tiene efectos en Munchkinland. La bruja jura vengarse de
Dorothy y se va de la misma forma en que llegó, en un resplandor de fuego y
humo. Glinda le dice a Dorothy que la única manera de regresar a Kansas es
pidiéndole ayuda al misterioso Mago de Oz en Ciudad Esmeralda.
Glinda le advierte a Dorothy que nunca se quite las zapatillas y que siga el
camino de baldosas amarillas para llegar a Ciudad Esmeralda.
En su
camino, Dorothy se hace amiga de un espantapájaros sin cerebro (también
interpretado por Ray Bolger), de un hombre de
hojalata sin corazón
(también interpretado por Jack Haley) y de un león cobarde (también interpretado por Bert Lahr).
Los tres deciden acompañar a Dorothy al encuentro del mago, con la esperanza de
obtener sus deseos (un cerebro, un corazón y coraje, respectivamente). Durante
el camino, son atormentados por un bosque de furiosos manzanos y numerosos
intentos fallidos de la bruja para detenerlos.
Al
fin llegan a Ciudad Esmeralda, y solo consiguen ver al mago después de que la
bruja vuele sobre ellos, escribiendo en el cielo con su escoba humeante
«RÍNDETE DOROTHY» ("SURRENDER DOROTHY"). El mago (también
interpretado por Frank Morgan) aparece como una terrorífica cabeza flotante
rodeada de fuego y humo. Acepta ayudarlos solo si demuestran ser dignos
apoderándose de la escoba voladora de la bruja.
En su
camino al castillo de la bruja, los atacan unos monos voladores que se llevan a
Dorothy y a Totó y los entregan a la bruja, quien reclama las zapatillas de
rubí. Cuando Dorothy se niega, la bruja trata de quitárselas, pero una lluvia
de chispas la detiene. Al comprender que no podrá quitarle las zapatillas
mientras Dorothy esté viva, trama cómo destruirla.
Totó
escapa y encuentra al espantapájaros, al hombre de hojalata y al león y los
guía hasta el castillo. Allí, mientras permanecen escondidos, tres soldados los
atacan. Tras la victoria del león, éste y sus dos amigos aprovechan la
oportunidad para vestirse con sus ropas y así poder entrar en el castillo. Una
vez dentro, liberan a Dorothy e intentan escapar. La bruja y sus soldados
arrinconan al grupo en una terraza. La bruja prende fuego al espantapájaros y
Dorothy toma una cubeta de agua para apagarlo, pero accidentalmente moja a la
horrorizada bruja, quien a causa de esto se derrite. Para la sorpresa del
grupo, los soldados están felices. Ellos le dan a Dorothy la escoba de la bruja
como agradecimiento por haberles liberado de ella. De regreso con el mago, él
les dice "Váyanse y vuelvan mañana". Gracias a Totó, descubren que el
mago no es realmente un mago, solo un hombre detrás de una cortina. Al saberlo,
se sienten estafados con el engaño, pero el mago resuelve sus deseos a través
del sentido común: al espantapájaros le da un diploma, al hombre de hojalata le
da un reloj con forma de corazón y al león le entrega una medalla al valor.
El
mago les explica que él también nació en Kansas y que su presencia en Oz es el
resultado de un escape en un globo aerostático. Él
promete llevar a Dorothy a casa en el mismo globo, pero solo después de dejar
al espantapájaros, al hombre de hojalata y al león a cargo de Ciudad Esmeralda.
Justo antes de despegar, Totó salta de la canasta del globo detrás de un gato.
Dorothy salta para atraparlo y el mago, incapaz de controlar el globo, se va
sin ella. Dorothy se resigna tristemente a pasar el resto de su vida en Oz
hasta que Glinda aparece y le dice que puede usar las zapatillas de rubí para
regresar a casa con Totó. Glinda le explica que no se lo dijo en un principio
porque la niña necesitaba aprender que «Si no puedes encontrar el deseo de tu
corazón en tu propio patio, entonces nunca lo perdiste realmente».
Dorothy
y Totó se despiden de sus amigos y siguen las instrucciones de Glinda de
«golpea tus talones juntos y repite las palabras 'No hay lugar como el hogar' (en
la versión en español dice 'Se está mejor en casa que en ningún sitio')». Ella
se despierta en la habitación de su casa rodeada de su familia y amigos y les
cuenta su viaje. Todos se ríen y le dicen que todo fue un mal sueño. Una feliz
Dorothy, todavía convencida de que el viaje fue real, abraza a Totó y le dice
«Realmente no hay lugar como el hogar».
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